Omella: «La falta de tiempo dificulta la relación con Dios y con nosotros mismos»
El el presidente de la Conferencia Episcopal y Cardenal-arzobispo de Barcelona apuesta por ordenar los horarios como una oportunidad para mejorar la vida familiar y espiritual
Durante siglos España ha vivido pendiente de las horas que marcaban las campanas de las iglesias. Hoy, el cardenal-arzobispo de Barcelona y presidente de la Conferencia Episcopal, Juan José Omella , da un paso adelante y, en una entrevista con ABC, pide poner orden en los relojes mejorar nuestra calidad de vida aprovechando el toque de queda que impuesto por la pandemia.
¿El toque de queda puede contribuir a ordenar nuestros horarios?
El confinamiento nocturno que han decretado nuestras autoridades, aunque necesario, no es agradable para nadie y, además, está provocando un grave problema económico a muchas personas y familias que regentan bares y restaurantes. Dicho lo anterior, también es cierto que no tienen ningún sentido para la vida familiar y para la vida personal unos horarios laborales como los que llevan la mayoría de españoles. Si colaborando con nuestros bares y restaurantes con un cambio en nuestros hábitos de vida resulta que además nos ayuda a tener un ritmo de vida más saludable, bendito sea Dios.
El confinamiento nocturno puede ser una oportunidad para acoger el horario de vida europeo, ayudar a nuestros bares y restaurantes cenando a las 19h, y mejorando nuestras vidas con más horas de sueño.
— Card. Juan José Omella (@OmellaCardenal) October 27, 2020
Por un ritmo de vida más saludable para todos. pic.twitter.com/gPijjo05uB
¿Qué efectos positivos puede tener cambiar los horarios?
Adaptarlos a estándares europeos nos podría servir para ganar tiempo de calidad y para mejorar nuestra salud y nuestro bienestar. Estamos acostumbrados a un ritmo de vida ajetreado y estresado. Difícilmente hay espacios de sosiego durante la semana y todo ello incide en nuestras relaciones familiares, de amistad, etc. Además, esta falta de tiempo para el recogimiento interior y la serenidad afecta a nuestra relación con nosotros mismos y, evidentemente, dificulta nuestra relación con Dios.
¿Cómo podemos cambiar esta situación?
Debemos trabajar para que la conciliación familiar y laboral empiece a ser una realidad. Tenemos que pasar más tiempo con la familia, con nuestros mayores, con los niños, etc. Debemos reservar tiempo para escucharles, para jugar con ellos, para que nos cuenten sus preocupaciones. Ojalá que podamos aprender a dedicar tiempo a aquello que realmente importa. La situación de todos los países de nuestro alrededor nos recuerda que este cambio es posible y que mejorará nuestra calidad de vida.
¿Qué puede hacer la Iglesia?
La Iglesia está colaborando con su presencia en foros en los que se discute un nuevo régimen horario que beneficie a las personas, a las familias y, con ello, a toda la sociedad. Pero, mientras ello no cambie, en la medida que nuestra misión es servir a las personas que viven en este país, nos adaptaremos a su horario.
¿Cuáles son los primeros pasos a dar?
En las oficinas del arzobispado, donde trabajan muchos laicos, siendo conscientes de la grave situación de pandemia que vivimos, hemos apostado claramente por el teletrabajo. Creemos que esta es una buena medida que va en la línea de la conciliación y que ayuda a las familias a gestionar mejor sus horarios. Por otro lado, le puedo decir que son varias las parroquias que han adelantado el horario de las misas y de los servicios pastorales para poder ayudar a las personas a cumplir con las normas de confinamiento nocturno. Ojalá seamos capaces de poder extraer algunas cosas positivas de las restricciones a las que nos vemos sometidos. Y, por favor, ayudemos, también con nuestro consumo, a los sectores más afectados por las consecuencias de esta pandemia