El olfato del periodista

Bajo su sentido del humor encerraba un rigor y una pasión por el periodismo difíciles de igualar

Antonio San José

En el verano de 1996, recibí la llamada telefónica de Pepe Oneto para convocarme con urgencia a un almuerzo. Antonio Asensio le acababa de nombrar director de Noticias de Antena 3 TV y, lejos de interpretarlo como un ascenso, sentía el peso y el vértigo de una actividad de gestión audiovisual que le era ajena y que le suponía, además, abandonar la dirección de su muy querida revista «Tiempo». El motivo del encuentro era ofrecerme la subdirección de Informativos del canal , en la confianza de que mi experiencia en el mundo televisivo pudiera ayudarle en la nueva tarea que el Grupo Zeta le había encomendado. Ahí comenzó una etapa profesional apasionante para mí, en la que pude vivir de cerca las muchas cualidades que Pepe tenía para el oficio, especialmente una intuición, en forma de olfato periodístico, que jamás le fallaba. Cuando te decía, con su lenguaje peculiar, «esto se va a calentar», podías estar seguro de que estabas ante una noticia con un desarrollo importante. Así era Oneto, un profesional que, bajo su inefable flequillo rubio y un sentido del humor gaditano que jamás le abandonó, encerraba un rigor y una pasión por el periodismo difíciles de igualar.

Era, además, buena persona, porque siempre encontró hueco y lugar para ayudar a los amigos , y, por supuesto, entusiasmo para apoyar las iniciativas profesionales de aquellos a los que destinaba su afecto. Si alguien le hacía alguna faena sólo encontraba en él una respuesta en forma de silencio, que, para su forma de ser, suponía el grado más elevado del disgusto. Cada 31 de diciembre abría su agenda y telefoneaba a aquellos que podían encontrarse, ese fin de año, entre sus desafectos, por alguna acción que le había molestado especialmente. Cuando el interlocutor, sorprendido, recibía la inesperada llamada, encontraba una frase genial que definía a su autor: «Oye, fulanito, soy Pepe Oneto, sólo quería decirte que te amnistío». De esta forma, saldaba sus desencuentros.

Forjado profesionalmente en la agencia France Press, pasó más tarde por el diario «Madrid» y dejó su huella personal en aquella aventura que fue «Cambio 16». Oneto, que después recalaría en «Tiempo» , se convirtió en un personaje popular por sus múltiples apariciones en televisión. Con gracejo, agudeza y un profundo conocimiento de causa, analizó la actualidad en muchos programas y fue también una voz de largo recorrido en «Protagonistas» de Luis del Olmo. Presumido y cuidadoso de su aspecto, vestía las camisas de Brooks Brothers, con cuello y puños blancos, que siempre llevaba su admirado Benjamin Bradlee, el mítico director de «The Washington Post». Pepe era un seguidor irredento del periodismo anglosajón y uno de los mejores lectores de periódicos que uno pueda imaginar. Afirmaba, y no le faltaba razón, que con una atenta lectura de los diarios no había servicio de inteligencia que te pudiera sorprender, porque hasta sus agentes encontraban una buena parte del material de los informes que elaboraban en las columnas impresas de los rotativos.

Resultaría complicado enumerar todas las exclusivas que consiguió a lo largo de su vida profesional, como también hacerlo de sus privilegiadas fuentes informativas. Creo que no exagero si afirmo que pocos periodistas de este país, por no decir ninguno, han contado con tal alto nivel de interlocución con todos los poderes del Estado. Absolutamente con todos.

Querido y admirado, Pepe vivió sus éxitos con sencillez y la sabiduría de la experiencia que en algunas ocasiones le derrumbó al barro. Su salida de Antena 3, en cuya Redacción aún se le recuerda con el afecto que merecía, fue uno de esos capítulos ominosos de la injerencia de la política mediocre en la profesión periodística. Ese episodio, como otros en negativo, no alimentaron rencor alguno en su corazón. Siguió viviendo, colaborando y descubriendo nuevas formas de difundir sus pensamientos y los temas que le interesaban. La red social Twitter es un buen ejemplo del afán inmarcesible por contar de un periodista al que lectores y compañeros echaremos mucho de menos.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación