Los obispos estudiarán en el Sínodo ordenar a sacerdotes casados aunque solo para el Amazonas
El documento de trabajo propone estudiar la posibilidad de ordenar a personas ancianas, preferentemente indígenas, aunque tengan ya una familia constituida con la finalidad de asegurar los Sacramentos
Los participantes en el sínodo sobre la Amazonia que se celebrará en el Vaticano en octubre, estudiarán la posibilidad de hacer una excepción al celibato sacerdotal. Una de las propuestas contenidas en el largo documento de trabajo que recibirá cada participante lo plantea abiertamente.
«Afirmando que el celibato es un don para la Iglesia, se pide que, para las zonas más remotas de la región , se estudie la posibilidad de la ordenación sacerdotal para personas ancianas, preferentemente indígenas, respetadas y aceptadas por su comunidad, aunque tengan ya una familia constituida y estable, con la finalidad de asegurar los Sacramentos que acompañen y sostengan la vida cristiana», dice en el punto 129.
Se trata de los llamados «viri probati», hombres ancianos de fe probada que atenderían pequeñas comunidades católicas en zonas a las que no puede acudir regularmente un sacerdote.
Lo justifica explicando que se trata de una «sugerencias de las comunidades» indígeneas de la zona. Explica que así se imita «a la Iglesia primitiva cuando respondía a sus necesidades creando los ministerios oportunos».
El documento también propone «identificar el tipo de ministerio oficial que puede ser conferido a la mujer, tomando en cuenta el papel central que hoy desempeñan en la Iglesia amazónica» . Más adelante concreta que la mujer debe tener «espacios cada vez más amplios y relevantes en el área formativa: teología, catequesis, liturgia y escuelas de fe y política».
La voz de las mujeres
«También se pide que se escuche la voz de las mujeres , que sean consultadas y participen en las tomas de decisiones, y puedan así contribuir con su sensibilidad a la sinodalidad eclesial», añade.
El documento, titulado «Amazonia, nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral» , es una guía de trabajo en la que no ha intervenido directamente el Papa.
En enero, durante la rueda de prensa en el avión de regreso de Panamá, una periodista francesa preguntó al Papa si tenía previsto revisar el celibato sacerdotal. «Prefiero dar la vida antes que cambiar la ley del celibato», respondió el Papa citando unas palabras de su predecesor Pablo VI.
«Personalmente, creo que el celibato es un don para la Iglesia y no estoy de acuerdo con permitir el celibato opcional . Yo no abriré al celibato opcional antes del diaconado esto está claro», continuó. «Solamente quedaría alguna posibilidad en los sitios más remotos , pienso en las islas del Pacífico… Cuando hay una necesidad pastoral, ahí, el pastor debe pensar en los fieles», explicó. «Pero no he tomando ninguna decisión al respecto», añadió.
En aquel encuentro el Papa citó una tesis del obispo Fritz Lobinger, que explicaba que «la Iglesia hace la Eucaristía y la Eucaristía hace a la Iglesia». «¿Entonces qué ocurre donde no hay Eucaristía , en las Islas del Pacífico...?», se preguntaba el Papa.
«Lobinger propone ordenar a un anciano casado, pero que ejerza solo el “munus sanctificandi”, es decir que celebre la misa, que administre el sacramento de la reconciliación y dé la unción. La ordenación sacerdotal da los tres “munera”: “regendi” —gobernar, el pastor—, “docendi” —enseñar— y “sanctificandi”. En este caso el obispo le da solamente la licencia del munus sanctificandi», resumió.
«El libro es interesante y tal vez puede ayudar a pensar el problema. Yo creo que el problema debe abrirse en este sentido, donde haya un problema pastoral, por la falta de sacerdotes», explicó. Citó también el caso de «un obispo, que tuvo que trabajar en un país comunista al comienzo de la revolución; cuando vieron cómo procedía aquella revolución, los obispos ordenaron a escondidas a campesinos, buenos, religiosos. Después, pasada la crisis, treinta años después, la situación se resolvió».
«Es algo que hay que estudiar, pensar y rezar», concluyó. Es la tarea que deja en manos de los participantes del Sínodo sobre la Amazonia.
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