«No tengo dinero para enterrar a mi hijo»

El cuerpo de Nilton lleva siete días guardado en el tanatorio de Palma porque su madre no puede pagar la incineración

Leonor Tavares muestra una foto de su hijo Nilton ALBERTO VERA

Mayte Amorós

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En Santo Tomé y Príncipe es tradición velar a los muertos, pero Leonor Tavares no ha tenido opción. A la pena de no poder despedirse, se suma el insoportable dolor de sobrevivir a un hijo. Se llamaba Nilton. Fue seis veces a urgencias en su país porque tenía un fuerte dolor de barriga ; le recetaron paracetamol. Cuando consiguió viajar a Portugal y le hicieron las pruebas ya era tarde: el cáncer estaba avanzado y el médico le dio siete meses de vida . Murió el 24 de agosto en Mallorca, donde ha pasado el último mes y medio de vida junto a su madre. Su cuerpo está en un congelador del tanatorio porque Leonor no puede pagar los 2.000 euros que cuesta la incineración del único hijo que le quedaba vivo.

La tragedia se ha cebado con esta mujer de 60 años, natural de Santo Tomé y Príncipe, el segundo país más pequeño de África. A los 17 años tuvo a su primer hijo, Nilton. Dos años después vino Wilson. Su marido le daba mala vida, iba con otras mujeres. Un día lo dejó. En 2003 cogió un avión y llegó sola a Mallorca en busca de una vida mejor. Limpiaba casas sin contrato, siempre en negro, a cambio de una miseria. En 2006 consiguió reunir el dinero para visitar a sus hijos en África. Días antes, Wilson, de 24 años, se mató en un accidente de tráfico con la moto que se acababa de comprar.

Quedó Nilton. Un buen chico, informático. Con cuatro hijas y una vida estable dentro de lo cabe teniendo en cuenta que vivía en un país «corrupto, sin electricidad y sin una sanidad decente». «Un día me llamó desesperado, no soportaba el dolor de estómago y me pidió que lo trajera a España para que lo viera un médico», relata a ABC Leonor, destrozada por la pérdida de su primogénito.

En febrero consiguió sacarlo del país , gracias a un pasaporte de servicio con el que pudo ir a Portugal, ayudado por la madre de un amigo. Allí le hicieron un TAC y una ecografía: «Y salió una mancha». El médico dijo que tenía los días contados. Pero Leonor no tiró la toalla. En marzo fue a Portugal para pedir a la Embajada poder traer a su hijo a España. Volvió en junio. En cada viaje se dejó el sueldo que gana como limpiadora fija discontinua de una subcontrata en el aeropuerto de Palma. A los 15 días le dieron la autorización y el 14 de julio Nilton aterrizó en Mallorca . Lo que nunca podían imaginar es que los empleados de aquel recinto recaudarían dinero para incinerarlo poco después.

Desde que Nilton falleció este martes, las propinas del aeropuerto de Palma se guardan para él . Los trabajadores del aeródromo y las compañeras de trabajo de su madre han iniciado una colecta de dinero para ayudarla. «Leonor es pura bondad», asegura uno de los impulsores de esta campaña de recogida de dinero en la que ya han conseguido 800 euros .

«El problema es que Leonor ya pidió un préstamo para poder traer a su hijo a España y se lo concedieron. Pero ahora volvió a solicitar otro para pagar el coste de incinerarlo y velarlo en el tanatorio y se lo denegaron. Como no tenía dinero para la incineración, que era lo más barato, llamó a la empresa de limpieza donde trabaja y pidió ayuda para enterrar a su hijo . En ese momento, la encargada y las empleadas se empezaron a movilizar. Todos los botes del día fueron para esa causa. La gente sacó el dinero de las carteras, yo incluido», relata este compañero, que habla con gran cariño y respeto de esta familia.

«En los servicios sociales le denegaron una ayuda porque dicen que tiene nómina, por mínima que sea. Y mientras tanto, el hijo sigue en el tanatorio», lamenta este amigo, que asegura que el último mes y medio de vida de Leonor ha sido muy duro. «Salía de trabajar y se iba directamente al hospital. Lo sé no porque ella nos lo dijera, sino porque un día llevé a mi hijo a las urgencias del hospital Son Espases y la vi allí con la ropa del trabajo, cuidando a su hijo».

El último día fue el sábado. Nilton se encontró mal y lo trasladaron al Joan March, el hospital de paliativos. Leonor tenía libre el fin de semana y pudo quedarse con él pero el lunes regresó al trabajo y se quedó solo. «Le faltaba la respiración», rememora la madre entre lágrimas mientras sostiene la foto de su niño . A las ocho de la mañana del martes la llamaron para que acudiera urgentemente al hospital. «Ya estaba con los ojos cerrados y a las dos se terminó». Nilton, de 43 años, sigue en el tanatorio. «Habría comprado el mundo para salvarlo», solloza agradecida la madre por la solidaridad de la gente.

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