«No creo que mi violador sea consciente de lo que me hizo. Tampoco sé si su amigo participó»
Durante dos décadas la culpabilidad ha podido con ella, hasta que Aries se atrevió por primera vez a contar su agresión sexual en una carta enviada al director de ABC. Tras la entrevista, se lo cuenta a su hija de 15 años y lloran «juntas durante horas»
Se sentó frente al ordenador y al leer alegatos individuales contra la joven que ha acusado de presunta violación a «los cinco de La Manada», se enervó tanto que escribió una carta al director de ABC. ¿Por qué ella es la que está en la diana? «Me sentía envenenada», se contesta. Su relato estremeció el pasado día 20 a los lectores, que ignoraban que era la primera vez que Aries (esta mujer de Málaga prefiere identificarse con su signo zodiaco) contaba su violación, cuando era virgen, a los 21 años de edad y por parte del encargado del bar donde ella era camarera. En su misiva, Aries confesaba que nunca había denunciado al violador , porque ella se ha sentido durante dos décadas «culpable de haber elegido aquel vestido ceñido, de licra, negro, culpable de haber salido esa noche»... Culpable, esa palabra que quiere arrancar de los discursos que oye sobre la víctima de Pamplona pero que se arroga al suyo propio. Veinte años después, logra escupir la palabra. Al colgar el teléfono, confiesa en un mensaje de WhatsApp: su hija mayor, de 15 años, la ha escuchado. Se abrazan fuerte y lloran durante horas. Todo será diferente desde ahora, confía, y da portazo repentino a veinte años de trauma.
¿Sabe algo del agresor?
Sí. Sé que le ha dado una trombosis, y no soy una mala persona, pero se lo merece. Me lo he cruzado tres veces en la caja de un supermercado al que voy a comprar, y he tenido que volver a casa. Me miró desafiante. Con sinceridad no creo que él siquiera piense que haya hecho algo malo o sea consciente de lo que me hizo. Nunca ha dado ni media muestra de mala conciencia.
¿Cuántas mujeres no habrá como usted que vivan con su violación a cuestas y no sean capaces de romper el silencio?
Es como aquel recopilatorio del grupo «Crowded House» que decía «conoces más canciones de las que imaginas», pues «conoces a más mujeres de las que piensas». No es algo que cualquiera quiera contar, pero yo me he dado cuenta de que hay que llevar la verdad de una hasta el final y lucharla, con uñas y dientes. En su día renuncié a denunciar, por miedo a las consecuencias. Me «acojoné» .
«Su amigo me llevó en moto. No sé si sólo miró»
Su verdad trasluce en la descripción de los hechos: «Ese día él preparó un cóctel especialmente para mí. Dijo que siempre me iba a acordar de esos chupitos. No estaba acostumbrada a beber. Tras el primer trago me sentí mareada. Tras el segundo quise volver a casa. No sé cómo ni por qué llegué allí, pero cuando desperté me vi en una oscura habitación, que olía a humedad añeja, de esa que se huele en un viejo trastero. En aquel espacio diminuto y lúgubre ni siquiera había ventana. Recuerdo una pequeña vela encendida en una mesita de noche... y él sobre mí, moviéndose, mientras yo empecé a llorar al verme desnuda, sintiendo asco y vergüenza a la vez , con náuseas por el alcohol y sin fuerzas para siquiera poder levantarme. Lo único que pensé es que deseaba que aquello terminase cuanto antes. No puedo contar cómo llegué a casa. De eso mi cerebro no retuvo nada». Hoy, añade una laguna que ha vuelto a su mente: «Otro compañero de trabajo me llevó en moto, solo me recuerdo un instante amarrada en la moto con un cinturón. No sé cómo participó el amigo, si solo miró. O no».
¿Qué sintió después, fue fácil recomponer su vida, tener relaciones?
No, fácil nunca es. Me generó miedo, inseguridad total, me veía muy mal. No quería que nadie me mirara. Como me dijo un amigo neuropsiquiatra, el cerebro es un órgano muy inteligente y lo borró automáticamente. Si no sucediese, no podríamos avanzar, no viviríamos. Esa historia la tenía aparcada hasta que leí cosas estos días. Te enfrentas a cosas increíbles, como que te «puteen» porque tú bebiste ese día. Yo, ese día, bebí mi primera copa, un vodka con Martini, lo recuerdo perfectamente, y pasé mucho tiempo que no podía oler ni la cerveza. Ese día, no sé si él me echó algo en la copa o qué me preparó porque tenía un color azul. No podía ni con mi cuerpo y tenía 21 años.
«Me reservaba en el sexo para alguien especial»
No había estado con nadie antes. ¿Si él le hubiese propuesto mantener relaciones íntimas, hubiese consentido?
Él era muy atractivo, el típico ligón que teniendo novia, paseaba con sus conquistas. Me gustaba, me sacaba unos ocho años, pero yo pensaba tener sexo con alguien especial, me reservaba para eso . Si me lo propone este «señor», le digo que no. Yo salí esa noche sola, lo hacía muchas veces para acercarme a ver a una amiga. Me pasé por otro bar, y estaba allí. Fue muy atento. Me dijo que flipaba con mi vestido. Cuando aquello pasó solo se lo conté a mi hermana, que me llevó al ginecólogo a hacer una exploración. Solo pensaba que me habría pegado algo. ¡Encima!
¿Cuál sería su reacción hoy si se intentan propasar con usted?
Le saco los ojos. A quien sea.
Noticias relacionadas
- Una mujer violada estremece a los lectores de ABC: «Durante años me sentí culpable por aquel vestido»
- Juicio a «La Manada»: José Ángel Prenda es el primero en declarar
- «Los cinco de La Manada se acercaron al vigilante y le dijeron que querían una habitación para fo...»
- Los forenses: las lesiones son «compatibles» con agresión sexual
- Esta es la versión que «La Manada» da en su grupo de WhatsApp sobre la presunta violación en grupo