La Navidad, celebración de una esperanza cumplida
El ser humano puede manipular el relato de la historia tanto como se proponga, pero no puede cambiar la historia.
![ncendido de luces navideñas en la plaza del Pilar de Zaragoza](https://s1.abcstatics.com/media/sociedad/2019/12/25/navidad-kEgH--1200x630@abc.jpg)
La Navidad es un tiempo de celebración. Pero, ¿qué es lo que se celebra realmente? El término «Navidad» procede del latín nativitas, nacimiento. Lo que se celebra, pues, es un acontecimiento, el nacimiento del Hijo de Dios encarnado, Jesucristo.
Se desconoce el día exacto de dicho nacimiento . ¿Por qué, entonces, se celebra un 25 de diciembre? Cuando en el siglo IV el cristianismo, tras siglos de persecución, fue tolerado en el Imperio romano, las festividades religiosas de dicho Imperio se fueron suprimiendo o purificando . La razón es sencilla: veneraban dioses falsos. Así ocurrió con la fiesta romana del «Dies natalis solis invicti», el día del nacimiento del Sol invicto, que se celebraba el 25 de diciembre, pues tal día, tras el solsticio de invierno, el Sol renacía de nuevo. De modo que el cristianismo, al suprimirla y poner en su lugar la Navidad, quería significar que el verdadero Sol que nace es Cristo, quien con su Luz ilumina al mundo entero. Tal es su sentido, y así se ha venido celebrando desde entonces.
Desde hace un tiempo, sin embargo, sucede un fenómeno tan paradójico como trágico, y en ningún caso inocente. El auténtico sentido de la Navidad ha ido oscureciéndose, banalizándose, paganizándose. Se le quiere despojar, primero, de su identidad y sentido originario, y después, si es posible, incluso de su referencia a un acontecimiento histórico. Se le vacía de su carácter teológico para reducirlo a un mero tiempo vacacional de carácter sentimental y consumista. Es un paso más dentro de este proceso de descristianización.
No sabemos qué ritmo ni qué dirección seguirá este proceso en los próximos decenios. Lo cierto es que el ser humano puede manipular el relato de la historia tanto como se proponga, pero no puede cambiar la historia. Lo que sucedió allí, lo que siempre seguirá celebrando el cristianismo, es el nacimiento del niño Dios , Luz y Vida eterna que ha tomado todo lo humano para elevarlo de nuevo a Dios. Esa es la esperanza cristiana, que en realidad es la esperanza profunda e indestructible de todo corazón humano, lo sepa o no lo sepa: la espera de un «Dios con-nosotros». El cristianismo sabe bien que esa esperanza ya se ha cumplido, y por eso la celebra.
Marcos Cantos Aparicio es profesor en la Universidad San Dámaso