José Francisco Serrano Oceja
Navidad baja en calorías
Obsesionados con la apoteosis de la Navidad consumo, acabamos en la depresión de la Navidad angustia
La contaminación lumínica navideña impide contemplar adecuadamente el misterio. El semiólogo italiano Umberto Eco, que se declaraba hijo predilecto de la Ilustración, confesaba que le deprimía no la pervivencia de la fe cristiana, sino la proliferación de supersticiones. La Navidad es un buen antídoto contra los sucedáneos de la trascendencia. «Fui educado –escribía Eco- en el catolicismo, y aunque he abandonado la Iglesia, este diciembre, como de costumbre, pondré el belén para mi nieto. Lo haremos juntos, como mi padre hacía conmigo cuando yo era niño. Tengo profundo respeto por las tradiciones cristianas, que -en cuanto ritos para hacer frente a la muerte- tienen más sentido que las alternativas puramente comerciales».
Obsesionados con la apoteosis de la Navidad consumo , acabamos en la depresión de la Navidad angustia. Dicen que los españoles somos los europeos que más nos angustiamos con la Navidad. Hay una Navidad que se alimenta de un espejismo de buenas intenciones que solo parecen beneficiar a los más sagaces. La Navidad consumo nos balancea entre sus contrastes. Los excesos en regalos, compras, comidas, deben compensarse con dietas y rebajas en enero. Tiempo de Navidades bajas en calorías con un mensaje fagocitado por la corrección ideológica y política. Felices Fiestas se dice ahora.
La Navidad tiene un mensaje claro: Dios se ha hecho niño, la potencia de su poder se hace impotente. Como diría el teólogo Hans Urs Von Balthasar, «la historia del mundo ha cambiado a partir de la Navidad. Desde ahora sólo existe un sí o un no a este Dios que se ha hecho concreto en Cristo. Solo ahora existe un auténtico ateísmo». El Papa Francisco, en la entrevista del periodista Andrea Tornelli, hace un tiempo, habló del mensaje de Navidad de un «Dios, que al encontrarse con nosotros, nos dice dos cosas. La primera: tengan esperanza. Dios siempre abre las puertas, no las cierra nunca. Segunda: no tengan miedo de la ternura. Cuando los cristianos se olvidan de la esperanza y de la ternura se vuelven una Iglesia fría, que no sabe dónde ir y se enreda en las ideologías, en las actitudes mundanas». Feliz Navidad.