La naturaleza tiene sus leyes

Nada justifica provocar el nacimiento de niños carentes de un fragmento de una proteína, porque algunas personas que tienen esta deficiencia sean inmunes al virus del SIDA

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La sentencia de prisión, para He Jiankui y colegas colaboradores, conlleva su inhabilitación de por vida para participar en prácticas reproductivas de esa naturaleza. Sin duda se trata de acallar las críticas que suscitó el que este investigador, por falta de controles, hubiera podido llevar a cabo «experimentos» de reproducción humana de manera tan irresponsable.

La modificación genética, de células y tejidos de enfermos, con la precisión que permite la tecnología CRISPR (basada en los hallazgos del español Francisco Mojica, no lo olvidemos) está a punto de consolidar la terapia génica, tras décadas de intentos con resultados prácticamente nulos. Esos intentos de corregir alteraciones genéticas, introduciendo en células del enfermo el gen funcional, se han revelado difíciles pues los cambios y alteraciones derivados del tratamiento siempre fueron mucho más allá de lo pretendido. Por ello, la tecnología CRISPR de la que se ha ocupado recientemente ABC, ya disponible en varias modalidades, que ha sido calificada con justeza de «edición genética», puede traer la solución. Porque permite plantear cambios puntuales, o de pequeños fragmentos, en genes que pueden determinar patologías.

Pero, diseñar seres humanos con una dotación genética determinada, mediante la edición de sus genes en la etapa embrionaria, es otra cosa. Nada justifica provocar el nacimiento de niños carentes de un fragmento de una proteína, porque algunas personas que tienen esta deficiencia sean inmunes al virus del SIDA. Al igual que sería intolerable diseñar seres humanos heterocigóticos para la anemia falciforme, porque las personas que padecen esta enfermedad sean más resistentes al paludismo. Y mucho menos, emplear para editar sus embriones esta tecnología cuando aún no se puede garantizar que no provoque otros cambios genéticos descontrolados en el embrión. La sociedad actual tiene que enfrentarse al debate sobre la transformación técnica de la naturaleza humana, tanto en lo que respecta a su factibilidad como a sus límites éticos. Aunque algunos hablen de «supermercado genético» las leyes de la naturaleza establecen un equilibrio en el conjunto de la dotación genética de cada organismo; no es tan fácil cambiar un gen o parte del mismo sin afectar al resto. Los hechos objeto de condena suponían desde el principio una inaceptable actitud de arrogarse la facultad de dominar la naturaleza humana.

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