Carmen de Carlos
Muñeca rota
La gente deposita sobre los hombros de Greta una responsabilidad que no le corresponde
El mundo está pendiente de lo que hace y dice una niña de 16 años. El planeta, a estas alturas de la historia, parece girar en torno a una cría diagnosticada con síndrome de asperger . Para los que no están familiarizados con el término, significa que Greta Thunberg es autista. Los «aspis», como se les conoce en tono cariñoso, suelen tener grados y rasgos, además de los comunes, diferentes. Los hay geniales, otros con una inteligencia media y algunos básicos como cualquier conocido nuestro.
Para todos ellos (bordes o simpáticos), las relaciones personales son un desafío que les acompañará durante toda su vida . Reconocer y asimilar las normas sociales así como mantener la atención cuando algo no les interesa, es otro. Su cerebro, en estos casos, tiende a desconectar. El efecto es inverso cuando algo llama su atención. Ahí, enfocan con tal grado de intensidad que el resto del mundo desaparece y su objetivo se convierte en único. Eso explica el interés del Ejército israelí en reclutarlos para misiones de inteligencia, análisis de imágenes aéreas, interpretación de fotografías satelitales e investigación espacial. No todos los asperger valen paro estos trabajos pero todos los que los desempeñan son adultos.
Greta Thunberg, no lo es y buena parte del mundo parece no darse cuenta. La gente deposita sobre sus hombros una responsabilidad que no le corresponde. Pareciera que el cambio climático dependiera de las observaciones de esta sueca que surca los mares como una niña rica y caprichosa ante el aplauso de gobiernos, intelectuales y psicólogos que celebran su fama. Son millones de personas que evitan preguntarse lo más importante, ¿qué hace una niña como ella sin ir al colegio desde hace un año? ¿cómo es posible que la demagogia infantil adquiera dimensión de teoría universal?
Los padres de Greta (preparan un libro de sus aventuras) y no Greta, son los responsables de este desvarío pero el resto del mundo, también. Todos olvidan que es una niña, una muñeca rota, a la que ya le han arrebatado su infancia. Por cierto, desde la cuna, más difícil que la de los otros niños.