Entrevista
«El mundo se adapta de una manera diabólica a las nuevas formas de esclavitud»
La dramaturga francesa, Véronique Olmi, acaba de publicar en España una novela sobre la religiosa sudanesa «Bakhita», la primera víctima de la trata que llegó a ser santa

Véronique Olmi (Niza, Francia, 1962) no es católica pero decidió vender su casa para poder escribir una historia que le había robado el corazón: la de la santa sudanesa «Bakhita» . La novela tuvo tanto éxito en Francia que ahora acaba de ser editada en nuestro país por Ediciones Sígueme. «Para mí este libro ha sido un misterio. Es diferente a todo lo que he escrito antes, pero se convirtió en una obsesión. Estaba como poseída», confiesa sin tapujos esta escritora, actriz y dramaturga.
La publicación recrea la vida de la religiosa Josephine Bakhita, patrona de las víctimas de la trata y la primera santa africana. Con nueve años, esta niña fue arrancada de su familia en la región de Darfur (Sudán) por unos negreros y fue vendida como esclava hasta en cinco ocasiones. Sus captores la bautizaron Bakhita, que significa «la afortundada». Fue torturada, violada e incluso llegaron a tatuarle 114 marcas en su cuerpo. En 1884, la joven consiguió llegar a Italia donde ingresó en un convento. Años después se hizo religiosa y murió con fama de santidad. Juan Pablo II la canonizó en el año 2000 y Benedicto XVI la puso como ejemplo de vida y de esperanza en su encíclica «Spe Salvi» («Salvados en esperanza»).
Véronique ha recibido a ABC en la Universidad Pontificia Comillas donde ha presentado su libro ante un auditorio abarrotado de personas.
¿Cómo descubre la figura de Bakhita y por qué decide escribir este libro?
No la conocía para nada. La descubrí visitando una pequeña iglesia en un pueblecito de Francia porque era la patrona de la iglesia. Allí estaba su foto y un folleto que contaba su vida y en la que decía que Bakhita era su nombre de esclava porque su nombre de nacimiento se le había olvidado. Me pareció imposible no conocer cómo te llamas y, sin embargo, tener esa fuerza, esa determinación y esa esperanza. Eso me hizo ir en su búsqueda para esclarecer el misterio del nombre olvidado de esta mujer excepcional.
¿Qué fue lo que más le atrajo de esta mujer?
Bakhita es un ser que atraviesa el tiempo por sus vivencias excepcionales. Nació en el siglo XIX murió después de la II Guerra Mundial. Atravesó continentes, desiertos, civilizaciones, conoció la yihad, dos guerras mundiales, la revolución de Mussolini. Es como si todo un siglo cupiera en una sola persona y al mismo tiempo ese siglo de violencia se aferrara a esta pobre mujer que consiguió volverse «eterna» gracias a esa búsqueda absoluta que le permitió enlazar una y otra vez con la vida.
¿Qué mensaje cree que transmite Bakhita al mundo de hoy?
Creo que su labor continúa de alguna manera en las personas que hoy cuidan a los niños desfavorecidos, a los huérfanos, a las mujeres maltratadas. La ayuda no se acaba, sigue llegando a las personas que la necesitan. Esa es la mayor lección que nos deja Bakhita. Pese a ser víctima de la violencia, no sintió la venganza, ni el odio. No hubo victimización. Lo que nos queda es la esperanza de alguien que pese a las dificultades nunca dejó de caminar, de avanzar.

Usted novela la vida de una víctima de la esclavitud en el siglo XIX, pero la trata sigue a la orden del día. Hace unas semanas hallaron en Reino Unido 39 cadáveres en el interior de un camión, ¿qué le producen noticias como estas?
Lo que me conmueve de esta atroz información son los mensajes que enviaban las personas desde ese camión. Recibir el mensaje: «mamá me estoy muriendo» es lo peor que le puede suceder a una hija y a su madre. Me quedo con eso, cómo la vida se escapa de ese martirio con esa conciencia de saber que estás en una trampa y el último pensamiento es para las madres. El mundo se adapta de una manera diábólica a la nuevas formas de esclavitud.
«Necesitamos figuras fuertes que nos den una esperanza, que nos provoquen la necesidad de ver que hay una salida»
¿Hasta dónde puede llegar la tolerancia de una sociedad hacia todas estas injusticias?
Dejamos que ocurran situaciones inhumanas y eso es una manera de contribuir a que haya desesperación. Tarde o temprano esa desesperación se expresará en forma de violencia. Tenemos que prepararnos para días terribles y seremos responsables de ello. Hasta hace muy poco no me levantaba de la cama sin dedicarle tres cuartos de hora a leer las noticias y desayunaba leyendo los periódicos. Entonces me dí cuenta que estaba completamente triste y no me ayudaba, ni ayudaba a las personas. Creo que todos podemos actuar desde nuestras propias armas. En mi caso es la escritura.
Su libro nos topa de bruces con lo peor de la miseria humana, ¿cree que los valores que encarna esta mujer son apreciados en la sociedad de hoy?
Sí, yo los veo por todas partes. Hay gente que dedica su tiempo a crear asociaciones para ayudar a las personas a salir de la pobreza, a ayudar a los refugiados y a todas esas personas que la sociedad pone al margen porque no les sirven. Toda esa gente son una fuerza magnífica. Misioneros, religiosos, sacerdotes. Todos tienen el deseo de reestablecer el equilibrio humano perdido.
¿Cómo explica el éxito de un libro que aborda temas tan amargos?
Ahora que hablo con muchos lectores, creo que lo que nos pasa es que todos tenemos ganas de acompañar a Bakhita. Bakhita sobrevive a la esclavitud y es un ejemplo de resiliencia. Es una santa heroína. Necesitamos figuras fuertes que nos den una esperanza, que nos provoquen la necesidad de ver que hay una salida. Necesitamos figuras que nos recuerden que nos debemos de preocupar por las personas. Muchos lectores me dicen que les cuesta leer las primeras páginas del libro pero después no pueden dejar la novela. Esa es la misión que nos deja Bakhita. No hay que abandonar el esfuerzo de hacer algo por los demás.
¿Le ha hecho llegar algún ejemplar al Papa Francisco?
Claro que sí y con una dedicatoria porqué sé que le gusta mucho Bakhita.
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