Una monja pidió ayuda a través del teléfono que olvidó la superiora

La religiosa reclamaba a los policías para que renovaran los papeles en el convento

CRUZ MORCILLO

«Un permiso excepcional concedido por enfermedad de su madre, y el encuentro con una mujer en el avión de ida a su país (India) fue circunstancia suficiente para regresar a España y no volver al convento , aprovechando que la superiora le entregó su permiso de residencia para poder realizar el viaje (...) Otras dos mujeres no tuvieron su suerte, y tras solicitar abandonar el convento , aun siendo beneficiarias de un permiso de residencia permanente en España, tuvieron que abandonar el país en 2011». Así de contundente se muestra la Brigada de Extranjería de A Coruña en el atestado policial entregado a la juez que ordenó liberar a tres monjas en Santiago el día 23.

Este es uno de los hechos que se investiga: por un lado, si al menos tres religiosas indias estaban retenidas contra su voluntad y, por otro, si en 2011 otras dos monjas de la misma nacionalidad fueron deportadas a su país por dejar los hábitos . Respecto a estas dos mujeres , la Policía ya ha confirmado que tienen una anotación en la aplicación de extranjería del Cuerpo en la que consta «baja por volver definitivamente a su país». En la investigación inicial no se solicitó la documentación presentada por estas dos mujeres para pedir la baja, «si bien se presume racionalmente que fue solicitada por la madre superiora », recogen las diligencias, a las que ha tenido acceso ABC, y en las que se desgrana el polémico caso, que las Mercedarias y el Arzobispado niegan.

Los hechos descritos en el atestado y las afirmaciones oficiales chocan de forma radical. En ese atestado, agentes de Extranjería, especializados en trata de seres humanos , explotación, esclavitud, mendicidad y todo tipo de delitos conexos presumen «veraces las manifestaciones» de Judi, la exreligiosa denunciante que no regresó al convento tras viajar a la India y está empleada como interna en Madrid. Su jefa la ayudó a dar el paso y ahora ha acogido a las tres monjas liberadas por orden judicial. Fue la llamada de una de estas tres chicas — Suma — desde el convento a su excompañera Judi la que desencandenó la intervención policial. Según Judi, Suma, Anisa y D iny consiguieron un teléfono inalámbrico que la madre superiora había dejado olvidado. Ya antes habían dicho a sus familiares en la India que se querían ir del convento y también lo habían comunicado a la superiora.

«Medios de control»

Las Mercedarias han negado que las monjas estuvieran retenidas. Sin embargo, en el atestado consta, por ejemplo —además de las amenazas de quedarse sin papeles y ser deportadas— que, presumiblemente, la superiora había recurrido a lo que se conoce como «sin dactilia», en circunstancias excepcionales —enfermos, monjas de clausura...— los funcionarios de Extranjería se desplazan a las residencias para obtener la huella dactilar , en lugar de que el interesado acuda a comisaría.

«El origen de las mujeres, el posterior aislamiento del mundo exterior, la dureza cotidiana que se vive en el convento, la persistente labor de adoctrinamiento, el trabajo excesivo y en su caso la escasa alimentación producen con toda seguridad un debilitamiento en las mujeres que anula la capacidad de pensar y valorar el medio en el que viven (...) La congregación utiliza medios de alteración y control de la personalidad traducida en amenazas veladas », concluye el atestado. Ahora el juez decidirá si sigue adelante.

Una monja pidió ayuda a través del teléfono que olvidó la superiora

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