«En Molina de Aragón se nos han helado hasta la velas de la misa»
Un de los párrocos de este municipio de Guadalajara señala que los quitanieves estos días son «los brazos y las palas de los vecinos»
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Los vecinos de Molina de Aragón están acostumbrados al frío y la nieve, pero mínimas de 25 grados bajo cero como la registrada esta madrugada es «como vivir dentro de un congelador». «Aquí se nos han helado hasta las velas de la misa», comenta a este periódico el padre Raúl Pérez Sanz, párroco de la Iglesia Santa María la Mayor de San Gil y San Martín.
Después de la intensa nevada del domingo que dejó más de setenta centímetros de espesor, los habitantes de esta localidad conocida como la «Siberia española» por ser una de las zonas más despobladas y frías de todo el país, soportan una mínimas de vértigo. «Aquí a nadie se le ocurre decir al Ayuntamiento que venga con las quitanieves. Las quitanieves son sus brazos y sus palas», comenta el padre Raúl, uno de los cinco sacerdotes que hay en esta localidad de unos 3.000 habitantes.
El domingo, pese a la intensa nevada que caía en la zona, estos sacerdotes tuvieron que acudir a un entierro en El Pedregal, una localidad de apenas cinco habitantes a 23 kilómetros de Molina de Aragón. «La Guardia Civil nos tuvo que llevar en su todoterreno porque no había forma de llegar hasta allí. El propio coche de la funeraria no pudo ir y tuvimos que trasladar el féretro al cementerio en una pick up», comenta el padre Raúl.
Pese a la hostilidad del clima, este sacerdote que lleva más de siete años en la zona destaca la calidez de los vecinos. «Las personas son muy agradecidas y enseguida se preocupan mucho al ver que te pones en camino pese al riesgo. Cuando te ven aparecer por el pueblo en medio de un temporal como el domingo lo primero que te dicen es: 'Pero, ¿para qué ha venido usted?' Se preocupan como si fueran tus padres», señala este joven sacerdote de apenas 37 años.
Después de una madrugada de 25 grados bajo cero y las aceras congeladas por el hielo, pocos vecinos asistieron esta mañana a la misa de diez y media. «Hoy había dos personas en la parroquia», comenta el cura, quien asegura que la Iglesia «nunca se ha cerrado por temporal». Pese a ello, el padre Pérez insiste en recordar a los vecinos que estos días de inclemencia climática lo mejor que se puede hacer es quedarse en casa. «Todos me dicen que ya salen para comprar el pan. Pero yo siempre les digo que si se caen por venir a misa el pecado me cuenta a mí», se ríe.