El fraude de las condimentos
La mitad del orégano que compramos está adulterado
Un trabajo de la Comisión Europea prueba la alta tasa de adulteración en las hierbas aromáticas y especias
El producto más fraudulento es el orégano, cuyos cultivadores reclaman más controles en las fronteras
Abres el frasco de orégano pensando en que aporte ese aroma de condimento algo dulzón a la pizza que preparas en el horno. El botecito, importado en el 90% de las ocasiones de un productor de origen asiático pero que crece de modo silvestre en los montes de media Europa, contendrá un 48 por ciento de vegetales machacados y el resto será el cultivo original. Así que la pizza acabará, con toda probabilidad, arrojando un leve sabor a olivo porque son hojas de este árbol las que más se encuentran en los análisis realizados en una macroinvestigación de la Comisión Europea.
En ese trabajo, centrado en ofrecer conclusiones sobre la autenticidad de las hierbas aromáticas y especias que se usan en las cocinas de todo el continente de forma diaria, se analizaron 1.900 muestras de productos comercializados en los lineales de cualquier supermercado. Y la sorpresa se dividió entre seis productos, aunque el orégano se lleva la palma.
Dice esta investigación –conocida esta semana en España a partir de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU)– que casi la mitad del orégano está adulterado , pero también mantiene su sospecha sobre la pimienta (manipulada en el 17% de las muestras); el comino (con una tasa del 14% de fraude); la cúrcuma y el azafrán (ambos con el 11%);y el pimentón o guindilla (en un 6% de las trazas).
El pimentón de la Vera, a salvo
A este último producto le beneficia en nuestro país la existencia de denominaciones de origen con gran arraigo, como el pimentón de la Vera, que impiden la manipulación en cualquier punto del proceso de fabricación, puesto que los estándares de calidad que pasa el producto son enormes, señala Enrique García, portavoz de la OCU.
García llama la atención sobre dos asuntos relacionados con el amplio trabajo de la Comisión (CE) en 21 países de la Unión, Noruega y Suiza y que se ha publicado hace pocos días. «Además del material vegetal que reduce la calidad y la pureza de los productos naturales, en el 2% de las muestras se localizaron colorantes no autorizados », afirma, por lo que la paella adquirirá pronto un color anaranjado y poco real al usar el azafrán de bote, por ejemplo. Por no hablar de la inseguridad que provoca en la alimentación de personas alérgicas. «Es un engaño para los consumidores, una estafa», acusa.De hecho, la propia CE reconoce que se embarcó en la investigación tras detectar varios casos de fraude.
Segundo, el portavoz de la OCU demanda mayor control en las aduanas y el mercado interior, puesto que el producto envasado que se encuentra en los supermercados suele venir de fuera, incide. Sudamérica (Chile, Perú) y Asia son grandes productores de especias.
Cultivo en España
En España, el cultivo del orégano es residu al. Hace honor al refranero popular y crece en el monte y las colinas con necesidad de mucho sol y poca agua. Así que Antonio Jesús Sánchez y un grupo de sesenta agricultores de La Paca (pedanía lorquina en Murcia) se lanzaron a por este cultivo sostenible. «En esta zona agua tenemos poca, así que el cultivo de aromáticas es propicio», señala a ABC . La Paca es la primera productora regional de plantas como el tomillo rojo, romero, la mejorana y también orégano.
Sánchez desgrana: «Estas plantas se cultivan en verde, al natural tras un laborioso proceso de destilación, que separa casi de forma artesanal la hoja del resto de la planta segada en el mes de julio con una corvilla y luego recolectada; y también se extrae como aceite de esencias», muy usados en este segundo caso para la cosmética y farmacia. «En esta zona hay muchas calderas de destilación antiguas, de toda la vida. Ahora estamos tratando de conseguir la denominación de origen para el tomillo rojo, porque eso da una impronta de calidad en el producto que trabajamos en el campo día a día, junto a nuestras familias, y con mucho esfuerzo», reseña. ¿El precio que se paga al agricultor? «Aquí se abona muy poco para el trabajo que ocasiona, unos 1,50 euros por un manojo de tres kilos de orégano, algo más en el caso de las esencias», dice este agricultor.
El mercado de las plantas aromáticas
Juan Antonio Campaña lo eleva a dos euros el kilo en la zona de Marchena (Sevilla). En 2005 este agricultor que frisa la cincuentena se lanzó a la plantación de ‘nuevos’ cultivos y es el primer productor andaluz de orégano autóctono. «Quería romper con lo cerrado de la agricultura; todos coincidían en el orégano como un producto en alza. Al principio costó trabajo y se cultivaba con relativa dificultad, pero una vez plantado resulta mucho más fácil que tener algodón». Luego, relata, poco a poco los clientes empezaron a ver la estabilidad de su cultivo y la fiabilidad de su calidad, usándose mucho en la cocina tradicional. Según Campaña, las plantas aromáticas han encontrado un mercado de nuevas oportunidades con las empresas cárnicas y de embutidos como uno de sus principales destinos. «Se conservan los productos mucho mejor al introducirles o echarles una gotita de aceite de estas esencias», dice.
En la actualidad, el marchenero tiene 60 hectáreas de plantación de orégano, cuando comenzó con apenas 2-3, y su empresa Aronatur llega a facturar hasta 200.000 euros brutos al año por este producto. Aronatur emplea a una docena de personas. Campaña se lanzó a la exploración de cultivos como el anís, en memoria de su abuelo, que hoy vende para licorería, la stevia, la hoja seca de alcachofa (que vende a farmacéuticas alemanas para combatir las dolencias del riñón) y el orégano u otras plantas aromáticas, aún poco explotadas en este país, pero no se extraña –como tampoco lo hace Sánchez– al conocer los resultados de la investigación de la Comisión. «Hemos escuchado de todo –convienen–. Del producto que sale de la tierra al que pones en el plato hay intermediarios y envasadoras. Fábricas que tratan de buscar réditos, pero sobre todo que es un producto que se trae fundamentalmente de fuera y habría que reforzar los controles de calidad en aduanas y fronteras».
«Es nuestra mejor baza, que se conozca que nuestros productos están distinguidos con el mejor trato en su recolección, secado, cribado y limpieza. Supera todos los controles porque el mercado es muy estricto en nuestro país, y los parámetros de calidad a los que se somete el producto extranjero no deben ser tan laxos», termina Campaña.
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