La mina se lleva en la sangre: Lázaro trabaja en la brigada que sacó el cadáver de su padre en una mina
Cuando alguien decide jugarse la vida salvando a otros bajo tierra suele tener una buena razón. La de Lázaro Alves –uno de los mineros que trabajó en Totalán– es un suceso ocurrido en 1995
Cuando Lázaro Alves Gutiérrez era solo un niño, la agrupación de salvamento minero en la que ahora trabaja sacó el cadáver de su padre del fondo del pozo Nicolás, en Asturias.
El padre de Lázaro, Eduardo Augusto Alves , fue uno de los 14 fallecidos en uno de los mayores accidentes de la minería asturiana por una explosión del gas grisú , la del pozo de San Nicolás en 1995. A Lázaro, como otros muchos, le tocó vivir una de esas historias dramáticas que con demasiada frecuencia han ido de la mano de esta profesión. Y se fue a Totalán, a por Julen, por ese sentido de responsabilidad, de pasar el relevo de generación en generación o, como recuerdan sus allegados, «porque esa desgracia le ha hecho consagrar su vida a los demás».
Lo que ocurrió esos días en Mieres marcaría el futuro profesional de ese chaval . Todo un pueblo paralizado por el accidente más grave en 20 años. Fueron sus propios compañeros de la mina los que llevaron el féretro a través del silencio del pueblo.
Sergio Tuñón es el director del equipo de salvamento que buscó a Julen en Málaga. Lleva casi siete años en el cargo y su misión más difícil hasta ahora fue el rescate de un minero en Degaña (Asturias).
En 2015 bajaron a rescatar a un trabajador de la mina que había quedado sepultado bajo toneladas de carbón allí, en Degaña. Estuvieron a punto de morir bajo un derrumbe pero subieron con el cadáver y el rastro de la mina en sus caras. «Fue una de las intervenciones con riesgo de colapso de las más peligrosas que tuvimos», dijo un minero. En Laviana, el pueblo asturiano del que son varios de los rescatadores, la mayoría les conoce y sienten orgullo hacia ellos.
«Es un ejemplo para España de lo que son los mineros», señala un vecino de Laviana. En Asturias, los mineros de todas las generaciones saben lo que significan esas tres letras en el lateral del casco. Agrupación de Salvamento en la Mina. Son, desde hace un siglo, la última esperanza para quienes quedan bajo tierra.
Tal y como relata «El Comercio de Gijón» , las Cuencas aguantan el aliento por los «ocho de Hunosa» (la empresa pública estatal a la que pertenecen los ocho mineros) en el rescate de Julen en Totalán . Ayer mismo se convocó una vigilia para apoyar a los mineros en el rescate de Julen se repetía de forma íntima y modesta en muchos hogares de las cuencas asturianas.
Madres, hermanos, amigos o vecinos pasaron la noche en vela esperando novedades. Las primeras, las de los medios de comunicación porque los ocho integrantes de la brigada se conectaron por última vez al teléfono móvil el jueves al amanecer.
Marcos Huerta es uno de los que esperaba noticias. Trabaja en el pozo Santiago y por ello entiende por lo que puede estar pasando su hermano, José Antonio Huerta Lamuño , otro de los «ocho de Hunosa» . Son jornadas intensas en casa: «Cada día lo primero que hacía al salir de trabajar era llamar a mi madre para saber si ya estaban allí». Hace dos noche Marcos se fue a la cama conocedor de que, esta vez sí, los relevos en Totalán habían comenzado. «Dormiré poco e iré a trabajar con la incertidumbre de saber cómo avanzan». Afortunadamente tendrá el apoyo de Oliver, el hermano de otro de los brigadistas (Maudilio Suárez) con quien comparte centro de trabajo. «Llevamos días hablando de ello constantemente, es un apoyo mutuo».
Los ocho de Hunosa recibieron la llamada de urgencia desde el Ministerio de Defensa el pasado 15 de enero . Desde el jueves por la noche, se adentraron en el corazón de la Sierra de Totalán con un único objetivo: Julen.
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