Miles de personas salen a la calle en Viena para protestar contra las nuevas medidas sanitarias
La Policía estima que unas 7.000 personas han participado en la manifestación convocada en la ciudad austriaca, donde han criticado además la obligatoriedad de vacunarse contra el Covid, una medida que entrará en vigor en febrero de 2022
El caos se apoderó este sábado de las calles de Viena, por las que destinó una multitudinaria manifestación de protesta por las últimas restricciones anunciadas por el canciller Schallenberg: confinamiento desde el lunes y vacuna obligatoria desde el 1 de febrero . Si bien el principio de la marcha, a partir de la Mariahilfer Strasse, transcurrió con tranquilidad, los ánimos se fueron caldeando por la tarde, cuando se dieron actitudes agresivas y la policía informó sobre varias detenciones.
«Uno de los manifestantes intentó arrebatar el arma a un oficial de policía de la funda, se encendieron objetos pirotécnicos en el Ring y se arrojaron latas de cerveza y botellas de plástico a los agentes de policía», recontaba un portavoz, « hasta el momento se ha detenido al menos a diez personas y seguramente haya más detenciones a lo largo de la noche ». Además, hubo al menos diez amonestaciones a activistas que, por ejemplo, lucían estrellas amarillas apoyadas en la estrella de David con la inscripción «sin vacunar» y carteles con la frase: « Así comenzó en 1938 » o «Schallenberg = Mengele».
Paradójicamente, el neonazi austriaco Gottfried Küssel y el jefe de los identitarios Martin Sellner , así como varios grupos denominados hooligans, participaron en la manifestación, pero no se puede decir con honestidad que fuese una marcha de extrema derecha. Entre los manifestantes había también personas vacunadas que protestaban porque se restringirán de nuevo sus derechos fundamentales a pesar de haberse inmunizado; personas contrarias a las vacunas y que consideran la inmunización obligatoria una violación al derecho a decidir sobre su propio cuerpo; y activistas de extrema izquierda que, sencillamente, aprovechan cualquier ocasión para agitar la calle en contra del Gobierno del Partido Popular Austriaco (ÖVP), que en este momento gobierna en coalición con Los Verdes. En conjunto, decenas de miles de personas paralizaron el centro de la ciudad, según el recuento policial . Otras fuentes, como el partido de extrema derecha FPÖ, organizador de la marcha, hablaban de 100.000 participantes. Su líder, Herbert Kickl , no asistió a la protesta.
«Me pregunto qué va a hacer el Estado cuadno el 1 de febrero yo me niegue a vacunarme y me encierre en mi casa hasta que pase esta locura. ¿Invadirán mi domicilio? ¿Me meterán en la cárcel? », retaba a las fuerzas de seguridad Melisa, una estudiante de segundo semestre de Historia del Arte que sospecha que « detrás de una obligación como esta, que viole flagrantemente nuestros derechos , hay algo tan oscuro que me lleva a negarme: no soy contraria a las vacunas, lo que soy es contraria a las imposiciones y a la violación de mis derechos». « Fíjese en el despliegue policial, pero si hay más agentes que manifestantes… ¡y con perros!... nos están tratando como criminales solamente por expresar nuestra opinión y eso es síntoma de algo muy malo, peor que la pandemia», argumentaba por su parte el jubilado Sebastian von Bayme. « No es normal que pisoteen así nuestros derechos y que no hagamos nada para evitarlo », secundaba Katarina Gierscher, una profesora de 42 años llegada desde el Tirol, en la frontera con Italia, « tenemos que mantenernos unidos y gritar para que nos escuchen ».
A la multitud que se manifestaba contra las restricciones se sumaba otra de consumidores, que aprovechaba las últimas horas de las tiendas abiertas, antes del confinamiento que comienza el lunes, para hacer las compras navideñas de urgencia. Algunas cadenas de moda, pero también otras tiendas, ofrecían además grandes descuentos para deshacerse de mercancías que se quedarán en los almacenes con las tiendas cerradas. « Hay muchísima gente y con la incidencia disparada lo más seguro es que nos infectemos todos », lamentaba Helga, madre de cuatro hijos de primaria que hacía acopio de regalos en una tienda de juguetes, «¿Pero qué puede uno hacer? Ayer mismo anunciaron el cierre y la Navidad llegará igualmente, y los niños pequeños no entienden de restricciones, ellos tienen su ilusión y hay que protegerla».
Como en los últimos días, una extensa cola esperaba en el Auhofcenter, donde es posible vacunarse sin cita previa yque recientemente ha aumentado su capacidad. Dado que Viena ha permitido que las cuatro vacunas aprobadas se actualicen después de solo cuatro meses durante una semana, muchos vacunados aprovechaban para recibir dosis de refuerzo junto a los no vacunados que, presionados por las restricciones, daban su brazo a torcer. « Vengo obligado, me fuerzan a vacunarme porque el confinamiento durará tres semanas y después seguirá solo para los no vacunados. Yo tengo que trabajar para vivir y no me queda más remedio, pero es una vergüenza que nos obliguen así, como si fuéramos animales», protestaba Maximilan, dependiente de una bombonería.
La noche anterior, el presidente federal Alexander Van der Bellen se había dirigido a la nación en un mensaje televisado en el que llamó al respeto a la ley y advirtió sobre el gran riesgo de que «las trincheras se profundicen aún más». «No podemos permitir que eso suceda. Estamos en esto juntos. Nos condicionamos unos a otros. Todos somos Austria», recordó, señalando que « las próximas semanas serán muy exigentes para nosotros . Todos tenemos que hacer todo lo posible para asegurar que se rompa la cuarta ola y se pueda prevenir la próxima». El presidente expresó su reconocimiento a los derechos y libertades fundamentales que tienen todos y cada uno de los individuos en una sociedad democrática. “Pero también tenemos deberes: actuar, no mirar hacia otro lado, proteger a la comunidad”, insistió Van der Bellen, “en las circunstancias en las que nos encontramos ahora, una de esas tareas es la vacunación, que puede ayudar a prevenir nuevas oleadas. Nada mejora ahora si nos señalamos con el dedo y dirigimos nuestra ira contra los demás".
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