El milagro chino de los pandas

Gracias a su mayor protección, esta especie única en el mundo deja de estar en peligro de extinción porque ya hay más de 1.860 ejemplares salvajes

En cautividad viven otros 673 pandas, cuyo número también ha aumentado por la mejora de las técnicas de reproducción artificial

Foto: Pandas en la base de cría de Dujiangyan (China) Foto: Pablo M. Díez. Vídeo: Los pandas, fuera del peligro de extinción
Pablo M. Díez

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Entre el calentamiento global y el millón de especies animales y vegetales al borde de la extinción, no abundan las buenas noticias en la ecología. Pero de vez en cuando ocurren algunos milagros como el de los pandas en China . Únicos en el mundo, son el símbolo animal de este país más allá del mitológico dragón y uno de sus tesoros naturales. Auténticos fósiles vivientes que datan de al menos ocho millones de años, descienden de la familia de los osos, pero su clasificación como especie genera debate porque comparten algunas características con los mapaches.

En peligro de extinción desde 1980, cuando su población se redujo desde la década anterior de 2.459 a 1.114 ejemplares salvajes , su número ha aumentado considerablemente durante los últimos años. En el tercer censo de las autoridades chinas, efectuado en 2004, ya eran 1.596. Y en el cuarto, terminado en 2013, se contabilizaron 1.864 . A ellos hay que sumar los que viven en cautividad, que han pasado de 135 a 673 en dos décadas. Ambos incrementos se explican por una mayor protección de su hábitat natural y la mejora de las técnicas de reproducción artificial para los que no están libres.

Gracias a este crecimiento de su población, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza los sacó de su lista de animales en riesgo de extinción en 2016 . Pero el Gobierno chino no hizo lo propio hasta el pasado mes de julio, cuando catalogó esta especie como vulnerable.

Para que su población no vuelva a menguar, Pekín anunció a principios de mes, durante la Cumbre de la ONU sobre Biodiversidad celebrada en la ciudad sureña de Kunming, la creación del Parque Nacional de los Pandas , que contará con el máximo nivel de protección. Uniendo las 67 reservas naturales de pandas que había hasta ahora, dicho parque ocupa 22.000 kilómetros cuadrados de las tres provincias del centro y suroeste de China donde habitan estos animales: Sichuan, Shaanxi y Gansu. La mayor parte del parque, unos 19.300 kilómetros, se ubica en Sichuan, donde viven más de 1.200 pandas salvajes.

Para proteger la especie, este parque nacional cuenta con un sofisticado sistema de vigilancia instalado por el gigante chino de las telecomunicaciones Huawei, que usan sus 140.000 guardas forestales en la «Nube». Con inteligencia artificial y 569 cámaras, más sensores, drones y satélites espaciales de varios países, el sistema controla a los pandas en las remotas montañas a más de 3.000 metros de altitud por donde se mueven. Todo un reto tecnológico porque son zonas de difícil acceso y donde no hay electricidad ni cobertura de internet para las comunicaciones. Para superar estos problemas, cámaras y sensores que cubren un radio de diez kilómetros funcionan con placas solares y transmiten las imágenes y la información a través de impulsos, que son captados por los repetidores y comunicados a una base de datos que consultan los guardas forestales en sus móviles y ordenadores durante sus patrullas sobre el terreno.

Como el parque natural se extiende por 98 pueblos de 20 comarcas y siete ciudades, este sistema de vigilancia previene también la caza furtiva y, sobre todo, los incendios forestales. Desde que empezó a funcionar en febrero, sus cámaras, algunas con infrarrojos y hasta con reconocimiento facial para distinguir a los pandas, han detectado 651 focos de calor, de los que 91 eran fuegos. Como consecuencia, los incendios en los bosques han caído un 70 por ciento en Sichuan.

«En los años 80 no teníamos muchos recursos económicos y nuestra tecnología era poco avanzada. A partir del año 2000, la geolocalización por GPS nos ha permitido mejorar la ubicación de estos animales y podemos llegar a lugares más lejanos donde hay grupos que corren el riesgo de extinguirse por estar aislados», se congratula Wei Fuwen, eminente biólogo de la Academia China de Ciencias Sociales, en la Base de Investigación y Cría de Pandas de Dujiangyan, en Sichuan.

En este centro viven una decena de pandas, nacidos en cautividad, a los que sus cuidadores intentan adiestrar para devolverlos a la naturaleza y que sobrevivan. Pero no resulta fácil por las singulares características de esta especie, que necesita comer más de 20 kilos de cañas de bambú durante 12 horas al día y tiene serios problemas reproductivos que dificultan su continuidad. Acostumbrados al ser humano, los pandas se pasan el día entero comiendo y dormitando en las ramas de los árboles. Buena prueba de que han perdido sus instintos es que, desde 2005, solo once pandas han sido reintegrados en sus hábitats naturales y tres de ellos murieron al poco tiempo.

Amenazas

«La mayor amenaza es que, cuando son crías, los pandas pueden ser atacados por otros animales , como las águilas. Pero, cuando crecen, por lo general ya no tienen amenazas en la naturaleza. Desde una perspectiva humana, el mayor peligro es que sus hábitats están fragmentados por la cada vez mayor urbanización. Hace mucho, mucho tiempo sí había caza furtiva. Ese riesgo ya no existe por la educación y la protección que lleva a cabo el Gobierno», explicaba la guarda forestal Xu Li en la presentación esta semana del sistema de vigilancia del parque, a la que ABC fue invitado por Huawei.

En Dujiangyan operan dos centros de cría de pandas que atraen a numerosos visitantes, felices de fotografiar a estos encantadores plantígrados que tienen algunos gestos casi humanos. Por ejemplo, cuando cierran sus zarpas para coger las cañas de bambú y llevárselas a la boca o se rascan el cuello como una persona.

Por los bosques de estos centros también corren salvajes los pandas rojos, que pertenecen a una familia distinta y están relacionados con los mapaches . Luciendo su pelo brillante y larga cola, se han habituado tanto al hombre que no rehúyen a los visitantes y se pasean entre ellos como si fueran gatos. Aunque menos famosos que los pandas, están en peligro de extinción porque quedan menos de 10.000 y, como sus primos mayores, necesitan otro milagro para no desaparecer.

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