Un informe judicial revela que la Iglesia ocultó abusos sexuales a más de mil niños en Pensilvania
La investigación apunta a más de trescientos sacerdotes católicos en el estado, en el último gran escándalo de pedofilia vinculado a la Iglesia en EE.UU.
La investigación más extensa hasta el momento sobre casos de pedofilia en la Iglesia Católica de EE.UU. ofrece un escenario aterrador: más de mil niños sufrieron abusos sexuales por parte de más de más de trescientos sacerdotes católicos de Pensilvania en las últimas siete décadas. Además, la jerarquía católica se esforzó por ocultar los casos de pedofilia en su organización, que podrían ser muchos más de los que han salido a la luz.
Son las principales conclusiones de un informe elaborado por un jurado durante 18 meses y que este martes publicó el Tribunal Supremo de Pensilvania . Lo presentó el fiscal general del estado, Josh Shapiro, que aseguró que el informe retrata «un encubrimiento sistemático por parte de las autoridades eclesiásticas en Pensilvania y en el Vaticano».
Seis de las ocho diócesis del estado fueron investigados. Las dos restantes, habían sido objeto de un informe similar con anterioridad. Casi una cuarta parte de la población de Pensilvania se declara católica, lo que le convierte en uno de los estados con mayor presencia de esta confesión, en un país de mayoría protestante.
En la investigación hay casos escalofriantes . Un sacerdote de la diócesis de Erie violó de forma anal y oral al menos a quince chicos, el menor de ellos, de siete años; después, el obispo le felicitó por el progreso que había conseguido en controlar su «adicción». En Greensburg, otro religioso dejó embarazada a una chica de 17 años; falsificó una firma para el certificado de matrimonio y a los meses se divorció de ella; nada de eso supuso su expulsión del sacerdocio. Un cura de la diócesis de Harrisburg abusó de cinco hermanas de la misma familia, y coleccionaba sus muestras de orina, vello púbico y sangre menstrual. Otro sacerdote, en Pittsburg, admitió encuentros sadomasoquistas con varios chicos, pero las autoridades le defendieron porque no fueran extremas y no eran «psicóticas».
Según el informe, cuando los casos afloraban o los denunciaban las víctimas, la respuesta de las autoridades eclesiásticas seguía siempre el mismo patrón: usar eufemismos para referirse a los abusos -nunca se decía «violación», sino «contacto inapropiado»-; no establecer investigaciones apropiadas; no explicar por qué se retiraba a un sacerdote de su destino, cuando cometía abusos; dar apoyo material a los abusadores, a pesar de ser denunciados; cuando se conocían los delitos, transferir al sacerdote a otro destino, en lugar de expulsarle de la Iglesia; y, ante todo, nunca contárselo a la policía .
La fiscalía revisó medio millón de páginas de documentos de los archivos diocesanos para encontrar algo más de mil casos de abusos sexuales . «Creemos que el número real, con menores cuyos documentos se han perdido o que tuvieron miedo de denunciar, está en varios miles», asegura el informe.
La posibilidad de que estos abusos se substancien por la vía penal es mínima. La legislación sobre prescripción de delitos en Pensilvania deja fuera a la gran mayoría de los casos. Solo dos sacerdotes han sido condenados por la vía penal en Pensilvania por delitos de este tipo.
Tras conocerse el informe, varios obispos del estado prometieron que continuaría su esfuerzo para evitar los abusos y reconocer los ocurridos en el pasado , después de que varios escándalos de pedofilia sacudieran a la Iglesia en las últimas décadas, dentro y fuera de EE.UU. «La diócesis de Erie no cubrirá a los abusadores en secreto, no importa quiénes sean o hace cuánto ocurrieron los abusos», aseguró su obispo, Lawrence Persico. «Reconocemos los abusos del pasado y nos comprometemos a ser más transparentes con nuestras decisiones de cara al futuro».
Sin embargo, Shapiro aseguró que varias autoridades religiosas citadas en el informe han presionado durante meses para bloquear su publicación. La Conferencia Católica de Pensilvania , además, ha combatido con fuerza los esfuerzos para cambiar la prescripción de estos delitos, algo que recomienda el informe y que los legisladores del estado todavía no están dispuestos a revisar.
El escándalo sucede pocas semanas después de que una de las principales personalidades de la Iglesia Católica en EE.UU., Theodore McCarrick , cardenal y antiguo arzobispo de Washington, tuviera que dejar su cargo en el Colegio Cardenalicio por acusaciones de abusos a seminaristas y jóvenes sacerdotes. McCarrick progresó en la jerarquía eclesiástica a pesar de que hubo advertencias a sus superiores en EE.UU. y en el Vaticano sobre sus abusos. Una situación que también se repitió en Pensilvania.
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