Mantener la fe mientras ruge el volcán de fondo: «Tenemos que acostumbrarnos a esta nueva realidad»
La comunidad católica de la zona afectada en La Palma continúa, pese a todo, fiel a su cita con Dios
La Caldera de Taburiente de La Palma, uno de los mayores cráteres volcánicos emergidos del mundo
«Nos pide Don Domingo que tengamos paciencia, que esto al menos durará al menos otros 15 días más… con todos los que llevo fuera de mi casa… Yo ya no puedo», contaba a la salida de la misa del domingo una vecina de El Paso evacuada a otra. La erupción del volcán les ha hecho conducir hasta la parroquia de la Sagrada Familia de Tajuya por una ruta que antes no utilizaban. Las vistas hacia el volcán desde este enclave, privilegiadas, han convertido a este templo en el lugar de referencia para numerosos medios de comunicación, y por ello, el párroco titular, Domingo Guerra, la tiene abierta las 24 horas del día. Pero también para todos aquellos que necesitan encontrar en su interior el consuelo de la fe.
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No en vano, el padre Don Domingo termina estos días su misa cantando su canción favorita, 'El himno de la alegría' , el que para él es «el mejor canto de la esperanza». Mientras resuena en las voces de los parroquianos que se han acercado a recibir el Sacramento de la Eucaristía no se escucha el tremendo rugido que retumba durante los silencios dentro de la iglesia. «No podemos seguir adelante sin el acompañamiento del Señor para afrontar estos momentos. Tenemos que pedirle que nos ayude a liberarnos de nuestro miedo , pesimismo, de lo que pueda separarnos a unos de los otros en esta situación», les guía mientras piden piedad.
Lo cierto es que Don Domingo lleva sin dormir del tirón desde que aquel 19 de septiembre empezó a cambiar el paisaje de la isla. Al día siguiente de conversar con ABC, cuenta que tuvo que irse al norte de La Palma para despejarse: «Es tal el embotamiento que tengo en la cabeza que tuve que irme a dormir a la que era la casa de mis padres, a recoger aguacates para intentar pensar en otra cosa». Pero durante la misa la realidad que muestra es otra, y es consciente de que tiene que tirar de su comunidad: «No tengáis miedo, el miedo es desconfianza », les aconseja a los vecinos, a los que al finalizar pregunta uno a uno cómo están o si les puede ayudar en algo.
La comunidad que se ha erigido en torno a la iglesia de Tajuya, muy próxima al puesto de control y acceso a la zona restringida de El Paso, empezó en la década de los 70 y terminó hace apenas cuatro años, cuando se cimentaron los últimos ladrillos. «Ese trabajo es el que ha hecho que se construya una comunidad de hermanos », explica el padre. Como más tarde confiesa, «la vida sigue», y habrá «que acostumbrarse a seguir caminando con este amigo un poco incómodo que nos va a acompañar durante un tiempo». Aunque se muestra confiado en que las ayudas llegarán para todos los afectados, recuerda que la vida en la isla nunca fue fácil, y ya pasaron también por difíciles situaciones de sequía y hambre a mediados del siglo pasado, que vivió en primera persona. «No es la prueba más difícil pero sí la más cercana», apostilla.
En estos días tan complicados y en los que sus vecinos de la población de al lado, de Los Llanos, han perdido símbolos tan importantes como la iglesia de San Pío X de Todoque , la comunidad católica de la zona reza en silencio mientras escucha de fondo la furia del volcán. Ahora -cuenta el párroco- «parece música celestial» , comparado con lo que fue durante las tres o cuatro primeras noches, cuando «se levantaba uno con más sueño del que se acostaba». Ya lo avisaba durante su sermón también: «Tendremos que acostumbrarnos para poder seguir caminando».