«Manos que salvan vidas»: las mujeres ciegas que detectan el cáncer de mama en México
Carla tiene 30 años y se quedó ciega hace seis por culpa de una enfermedad hereditaria llamada síndrome de Marfan. Ahora es Auxiliar Examinadora táctil y «palpa» el tumor
Ella no puede ver, pero sus manos lo ven todo. Carla tiene 30 años y se quedó ciega hace seis por culpa de una enfermedad hereditaria llamada síndrome de Marfan . Fue muy duro, tuvo que dejar los estudios y nadie le quería dar trabajo, pero ahora se dedica a algo que la hace sentirse más valiosa que nunca. Carla es AET (Auxiliar Examinadora Táctil) y se dedica a la detección temprana del cáncer de mama. Su condición la hace más sensible y, al igual que sus compañeras, es capaz de detectar bultos y alteraciones en la mama un 50% más pequeños que un médico o un especialista y así alertar de una posible enfermedad en una fase inicial, algo fundamental para reducir la mortalidad de la primera causa de muerte en mujeres en edad laboral en México.
Carla y sus seis compañeras forman el equipo de «Manos que salvan vidas» en México, un proyecto que arrancó en Alemania el ginecólogo Frank Hoffman en el año 2006, que observó que tenía muchas pacientes jóvenes con tumores que no les pudieron detectar en los exámenes rutinarios y que el acceso a las mamografías es reducido (en Alemania solo las cubre la seguridad social por encima de los 50 años). Pensó entonces en la capacidad de las personas ciegas para realizar exámenes más exhaustivos y puso en marcha una idea que se extendió por Europa y dio el salto a América Latina, primero en Colombia y ahora en México.
En este país cada día mueren entre 10 y 12 mujeres por cáncer de mama, según un reciente estudio del Instituto de Investigaciones Biomédicas de la Universidad Nacional Autónoma de México. Al contrario de lo que sucede en Estados Unidos y Europa en los últimos 20 años los fallecimientos han aumentado, en parte porque la prevención es deficiente. El 80% de las pacientes se diagnostica en los estadíos 3 y 4 de la enfermedad, cuando los tratamientos son limitados, mientras que en las zonas del mundo donde la enfermedad mata menos, el mismo porcentaje se detecta en las primeras fases.
La norma dice que en México las mujeres de más de 40 años deben realizarse una mamografía bianual (la mayor incidencia se da a los 58 años), pero en muchos hospitales y centros de salud no existen los aparatos adecuados, hay poco personal y la atención es deficiente, según explica Crystal Vargas , directora de Manos que Salvan Vidas en este país. Además, cada vez es más frecuente encontrar casos desde los 35 años, según Alejandro Zentella , uno de los autores del informe de la UNAM, lo que reduce la efectividad del actual sistema público de prevención. «A las enfermeras de la sanidad pública les ponen el objetivo de revisar a 100 pacientes anuales y cada una de nuestras chicas examina a 140 mujeres a la semana» compara la directora.
A Carla le apasiona lo que hace, siente que puede ayudar a otras mujeres, ser productiva en algo innovador y transformar la visión de las personas con discapacidad, aunque su camino no ha sido fácil. Cuando se quedó ciega tuvo que abandonar los estudios de ingeniería que estaba a punto de terminar y aprender todo de nuevo, pero asegura que lo más difícil es «que la sociedad te acepte».
Volvió a la universidad estudió Trabajo Social y de nuevo se dio de bruces con la realidad. «No existe la confianza de que una persona ciega pueda desempeñar una actividad, toqué muchas puertas y nunca pude obtener un trabajo, aunque tuviera el mejor currículum».
Ahora Carla es optimista, se siente útil y valorada y espera seguir ejerciendo esta actividad. El proyecto piloto de «Manos que salvan vidas» , financiado por la ONCE y el Banco de Desarrollo para América Latina está llegando a su fin y con los resultados obtenidos se está elaborando un artículo científico que demuestre su eficacia. «El objetivo es que el ministerio de Sanidad o alguna empresa privada las contrate», dice la directora Vargas. «Queremos que el proyecto sea sostenible, que las chicas encuentren un trabajo para luego seguir formando a más mujeres».