Las «manos largas», consideradas violencia sexual en Italia

Es violencia sexual utilizar las «manos largas» . El Tribunal Supremo italiano da un serio aviso a los impenitentes que, por ejemplo, en el metro o autobús no resisten a la tentación de utilizar sus «manos largas», quizás aprovechándose de los apretujones, para apoyarlas en zona lumbar femenina («la parte de la espalda comprendida entre la cintura y los glúteos», según la R.A.E.). Ese gesto es un delito de «violencia sexual» , según ha confirmado el Tribunal Supremo. Y aunque no se logre apoyar bien la mano, añaden los jueces, se trataría también de un delito por «intento de violencia sexual».

La sentencia del alto tribunal llega después de un largo proceso judicial, tras la denuncia de una señora que, inmediatamente después de la «caricia» reaccionó con energía: «Lo puse verde», es la frase que consta en la causa.

El imputado, condenado por un juez en primera instancia, recurrió al Tribunal de Apelación de Trieste, que volvió a condenarlo. Ahora el Supremo confirma la sentencia: «El tocar aquella específica zona erógena fue algo imprevisto e inesperado, invasivo de la intimidad de la persona y animado por claros impulsos sexuales , percibidos así de forma inequívoca por la víctima, que protestó enérgicamente».

Precisa también el Tribunal Supremo que para la consumación del delito, aunque sea de «breve duración», basta la constatación de que se utilicen las «manos largas»: « Es suficiente que el culpable alcance las partes íntimas de la persona ofendida , siendo indiferente que el contacto corporal sea de breve duración, que la víctima haya logrado sustraerse a la acción del agresor o que este último consiga la satisfacción erótica».

No es la primera vez que el Tribunal Supremo califica como «violencia sexual» el uso de la «mano morta» o «manos largas» («hombre que toquetea a una mujer sin el consentimiento de esta», según definición de la R.A.E.). Hace unos meses el Supremo italiano condenó a Lucio Massa, un romano de 40 años, a dos meses de cárcel –una pena superior incluso a la solicitada por el fiscal-, por molestar en la calle a una joven de 20 años con la «mano morta».