Llega a su fin el calvario de una mujer cuyo marido violó a su hija en Lisboa

Un juez portugués obligó a la joven a visitar a su padre en la cárcel, pero el Tribunal de Apelación interrumpe los «traumáticos» encuentros de manera inmediata

Prisión de Carregueira ABC
Francisco Chacón

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El calvario de una mujer de Lisboa, que ha durado al menos cinco años , ha llegado a su fin después de que el Tribunal de Apelación haya decretado la interrupción inmediata del régimen de visitas que la obligaba a llevar a su hija de 16 años y a su hijo de 11 a visitar en prisión a su padre, condenado por abusos sexuales a la menor.

El caso arrancó más de cinco años atrás, cuando una vecina de la capital portuguesa interpuso una demanda contra su marido por malos tratos. Por si esta circunstancia no fuera suficiente pesadilla, descubrió que el hombre aprovechaba su ausencia para obligar a la entonces adolescente a practicar sexo con él, algo de lo que llegó a ser testigo el niño.

Se inició así un proceso judicial que convirtió la vida cotidiana de la mujer en un infierno cada vez mayor, que no hizo sino agudizarse a pesar de que los hechos quedaron probados: dos años de privación de libertad le cayeron al acusado en concepto de violencia doméstica contra su esposa y otros siete y medio por los abusos sexuales cometidos.

Declarado culpable, recurrió y logró que se le reconociese el derecho a poder ver a sus hijos. De manera que la víctima y sus traumatizados hijos no tuvieron otra opción que aceptar un plan de visitas intramuros… y eso que la pequeña volvía siempre llorando y reiteraba que no quería ver a «ese hombre» nunca más.

La madre se desgarraba por dentro y estaba deprimida porque la situación parecía no tener fin, con lo cual se aplazaba una y otra vez el momento de recuperar una cierta «normalidad».

Dos años bajo este plan desgastó a la familia, pero esta luchadora infatigable sacó fuerzas de flaqueza y acudió de nuevo a los tribunales, más por preservar el bienestar de su hija que por mitigar su propio dolor, en parte debido a la resignación que la invadía.

El juez plantó cara

El año pasado, un juez puso fin al régimen, aunque de nuevo el padre plantó cara. Hoy la última instancia, el Tribunal de Apelación de Lisboa, le ha dado la razón a la madre de manera definitiva. Por tanto, ya no tendrá que llevar a sus afectados hijos a la prisión de Carregueira, a 28 kilómetros de la capital.

En la sentencia inapelable, queda constancia de las circunstancias que envuelven a cada uno de los dos hijos y cómo les afectan esas visitas, tal cual se refleja en las siguientes palabras: « A. M. tiene 16 años y rechaza completamente la idea de visitas al padre , a quien no echa de menos y del que recuerda su forma violenta de tratarla. Resulta fundamental que, llegado este punto en su vida, con mayor madurez y conciencia en cuanto mujer, no sea confrontada con cualquier expresión de violencia que pueda ser sentida como violencia contra las mujeres».

El magistrado también se refiere de forma específica al niño, quien permanecía sin hablar durante un buen rato después de cada traslado a Carregueira.

Así, el dictamen oficial explica: «Llevar a N. a visitar a su padre significa llevarlo a confrontarse con un agresor , es decir, llevarlo a la fuente de violencia. Está claro que, aparte de otras figuras masculinas, la del padre resulta esencial en la formación de la personalidad de un joven. La única conclusión positiva que podía extraerse era que así entendía mejor que su progenitor cometió errores y paga por ellos».

Llega a su fin el calvario de una mujer cuyo marido violó a su hija en Lisboa

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