Liberia queda libre de ébola y la OMS da por terminado el peor brote de la historia de ébola

Desde diciembre de 2013, la epidemia afectó a más de 28.000 personas y se llevó la vida de otras 11.315. El virus deja un reguero de lecciones aprendidas

Fotografía tomada en Guinea, el pasado noviembre de 2014 en la que trabajadores sanitarios preparan un cuerpo para su traslado afp

JOSEFINA G. STEIGMANN

El 23 de marzo de 2014 la Organización Mundial de la Salud (OMS) anunció al mundo la existencia de un brote Ébola en Guinea Conakri. El país desconocía qué extraña enfermedad estaba empezando a causar una cifra de muertos que aumentaba conforme pasaban los meses de forma vertiginosa . «Se cree que el primer humano infectado con ébola con este brote se produjo en diciembre de 2013 en el este de Guinea, muy cerca de las fronteras con Liberia y Sierra Leona», explica a ABC Tarik Jasarevic , portavoz de la OMS. A partir de ese momento se registraron, según datos de la organización, siete casos en enero, 16 en febrero, 88 en marzo... La enfermedad se extendía rápidamente no solo dentro del país, sino que traspasaba las fronteras nacionales. Sierra Leona registraba sus primeros casos en mayo (cinco) que pasaron a la preocupante cifra de 230 en julio. Y Liberia (2 casos en marzo, 5 en abril, 6 en mayo, 76 en junio, 170 en julio…), pasaba a fomrar parte de esta fatal trinidad de África Occidental que veía llegar la peor epidemia de ébola conocida desde que se descubrió el virus, hace ya exactamente 40 años . Se trató del brote más grande de la historia por duración, extensión geográfica, número de afectados y de fallecidos.

Hoy, jueves 14 de enero de 2015, casi dos años después de que la OMS diera la voz de alarma anuncia el fin del brote en Liberia (se declaró el 7 de noviembre del pasado año en Sierra Leona y el 29 de diciembre en Guinea Conakri ). Esto significa que han transcurrido 42 días sin que se haya detectado ningún caso nuevo . «Este plazo representa el doble del periodo máximo de incubación de la enfermedad (21 días). Este periodo comienza el último día en que una persona del país tuvo contacto con un caso confirmado o probable de ébola», señala la OMS.

Sin embargo, la agencia de salud de la ONU ha advertido de que se debe mantener la vigilancia ante la posibilidad de que puedan aparecer nuevos casos. «El trabajo aún no ha acabado, se espera que haya nuevos rebrotes y por ello es crítico mantener sistemas de vigilancia y respuesta fuertes en los próximos meses», ha defendido la organización en un comunicado, dejando claro que existe un « alto riesgo de pequeños brotes adicionales de ébola » en los tres países.

Puede que el ébola ya no ocupe portadas, ni siquiera aún siendo de actualidad y hoy considerándose un día de relativa celebración nadie se acuerda de que el mundo contuvo la respiración durante varios meses, sobre todo, cuando la «amenaza» llegó pasó las fronteras africanas. El balance son 28.637 casos en todo el mundo y 11.315 muertos . «Hay muchas razones por las que este brote se expandió tan rápido y fue el peor de la historia. Uno de los principales factores fue que los países afectados tenían sistemas de salud muy débiles, incluidos sistemas de vigilancia pobres para detectar la enfermedad en las primeras etapas, pocos trabajadores capacitados, equipos de protección limitados así como falta de personal de laboratorio capacitado para diagnosticar la enfermedad», explica Jasarevic.

«Avisamos a la comunidad internacional que lo estaba pasando no tenía precedentes. Aparecían focos de contagio separados geográficamente entre sí. Empezamos a tener complicaciones por los rituales de la gente, que trasladaban los cuerpos de sus familiares fallecidos a su lugar de nacimiento, a la vez que los abrazaban y los tocaban facilitando rápidamente el contagio . Este ritual influyó mucho en el inicio del brote. Además, afectó a diferentes países conectados entre sí por fronteras vulnerables, y que ya venían, debido a las guerras, con sistemas de salud muy deteriorados. Otro punto en contra es que llegó rápidamente a capitales como Conakri, Monrovia o Freetown...Así, se empiezan a infectar médicos que pierden credibilidad porque ni ellos mismos pueden luchar. Se van a las capitales a pedir ayuda a sus colegas pensando que tendrán más posiblidades de cura y vuelven a contagiar...», añade Luis Encinas , enfermero de Médicos Sin Fronteras que estuvo desde el principio del brote, incluso diez días antes de que la OMS lo declarara, ayudando en Guinea, posteriormente en Senegal y Sierra Leona.

Este valiente enfermero echa la mirada atrás y reconoce que se llegó tarde. «El sistema de alertas llegó tarde, había poco material, poca formación. Eso se tradujo en miedo y desconfianza por parte de la gente, porque si el propio experto no tiene respuestas y te dice que no hay tratamiento, ¿qué haces? Nadie les había hablado de ébola y encima intentar hacerlo en un idioma local y sin tratamiento genera que la gente busque respuestas desesperadas como curanderos o que no haga caso a las medidas de prevención», cuenta. Luis coincide con Carolina Nanclares , médico también de MSF que estuvo trabajando en esta epidemia en Guinea, Nigeria, y Sierra Leona así como en República Democrática del Congo (donde se produjo una epidemia concomitante). «La relación con los pacientes con ébola fue muy difícil porque teníamos que estar todo el tiempo con el traje puesto y eso se traduce en otras condiciones en la relación médico-paciente. El enfermo está aislado, no puede recibir visitas, nosotros como médicos no podemos acompañar y eso nos provocaba mucha angustia y frustración porque te ves limitado. En el caso de los niños es lo que más cuesta porque los tienes que ingresar y a menos que esta también esté enferma tienen que quedarse solos...Recuerdo una pequeña guineana que se quedó solita y todos los médicos hicimos lo imposible por estar con ella, entrar y salir permanentemente turnándonos para poder estar a su lado pero finalmente falleció. Tenía 6 años….Fue un golpe muy duro», recuerda esta internista tratando de mantener la compostura mientras habla.

«El ébola nos puso al límite»

Encinas cita otra situación igualmente dura, también al inicio del brote. «Recuerdo un anciano que nos llamó porque su nieto tenía mucha fiebre y vomitaba sangre. Eran las dos de la madrugada y se trataba de una comunidad sospechosa, no podíamos entrar porque no teníamos equipos, apenas había luz, era muy riesgoso. Dijimos que iríamos a primera hora de la mañana, lo hicimos, pero el niño había fallecido. Nos encontramos con un montón de gente gritando . Le explicamos a la familia que tenía que venir con nosotros por el riesgo de contagio. Su tío dio positivo, vino la mujer porque estaba muy frágil pero tuvimos que convencerla para que lo haga. Ella decía que no tenía ébola. Finalmente, se quedaron aislados juntos hasta que ella falleció delante de su esposo. No podía creerlo, es la peor situación ante la que te puede poner Dios», lamenta este enfermero. « El ébola nos puso al límite , lo que queremos como médicos es salvar a los pacientes y esta enfermedad nos ganaba, eso, como personal médico es muy duro», añade la internista Nanclares.

Para ellos, el brote se podría haber limitado . «Si se hubiesen realizado los esfuerzos correctos en el momento correcto tal vez se hubiera limitado. Siempre que ocurren cosas en lugares lejanos y afectan a personas de poblaciones vulnerables de lugares pobres parece que la respuesta no es la misma que cuando llegan a Europa o Estados Unidos», añade Nanclares. «Ha influido mucho que haya llegado a Occidente, que se pasara de uno a diez laboratorios investigando una enfermedad no es casual . Hasta que no llega el puro “business” no interesa. Seguro que si se trata de una nueva crema para retrasar el envejecimiento se hubiera hecho mucho más esfuerzo y no es solo desinterés por el ébola, lo es por otras enfermedades como el chagas, cualquiera que no afecte al primer mundo».

Desde la OMS consideran que el pánico fuera de África tuvo que ver no solo porque la enfermedad «llegaba a casa» sino también porque « el patógeno es mortal y no había tratamiento ni vacunas , los servicios de salud en los países afectados no podrían hacer frente a la gran cantidad de casos. Hubo mucha dificultad para encontrar médicos y epidemiólogos experimentados. Todo lo relativo a la enfermedad, incluyendo sus modos de transmisión, su historia y sus características clínicas fue muy poco estudiado . En muchos países, los medios contribuyeron a propagar el miedo más rápido que el virus. Este temor no pudo ser contenido ni siquiera con el hecho de que el ébola no se contagiaba por el aire y solo en condiciones que implicaba. En realidad, el riesgo de transmisión posterior, a raíz de un caso importado es muy bajo en los países con buenos sistemas de salud», señala Jasarevic.

A pesar de estos hechos, numerosas compañías aéreas cancelaron vuelos a toda África occidental y algunos países se negaron a expedir visados para los viajeros procedentes de los países afectados. La cancelación de vuelos hizo extremadamente difícil mover personal y suministros necesarios en los tres países», lamenta Jasarevic

El caso español

Respecto a España, que vivió un caso autóctono, el de Teresa Romero , la enfermera del Carlos III que se contagió al limpiar la habitación del religioso repatriado de Sierra Leona, Manuel García Viejo fallecido el 25 de septiembre de 2014 en nuestro país . «Los problemas de salud están conectados, ningún país está libre de nada y menos cuando se trata de enfermedades infecciosas y transmisibles. Es previsible que se produzcan contagios, hay mucha conexión entre países. En España se dio una sensación de improvisación y de manejo deficiente. No estábamos preparados, no ofrecimos lo mejor y al final se terminó sobreactuando, pero de entrada, no se contaban con dispositivos cien por cien útiles. El Carlos III estaba cerrado cuando llegó Pajares . Todo el mundo sacó pecho después pero se trajo de forma improvisada a una paciente a un centro en ruinas. Lo que pasó después con el contagio de Romero se podría haber evitado pero sencillamente porque todos los accidentes laborales son evitables. Si se hubiera dispuesto de instalaciones modernas, amplias, con los sanitarios hubieran podido ponerse y quitarse el traje con mayor comodidad, las cosas hubieran sido diferentes. Se trabajó en condiciones muy precarias, sin protocolos. De hecho, ahora nos enfrentamos a una situación post ébola que supone que habrá más brotes o que llegarán otras enfermedades, el virus Zika, por ejemplo podría llegar también. Pero lo preocupantes es que sigo sin ver una planificación a nivel nacional», lamenta Juan Martínez Hernández , especialista en Medicina Preventiva y presidente de la Fundación para la Formación de la Organización Médica Colegial (OMC).

En términos generales este brote deja muchísimas lecciones: «la propia OMS se está transformando para convertirse en una organización de emergencia en pleno funcionamiento . Es fundamental que a partir de ahora los países tengan capacidades en el lugar de los hechos, incluyendo liderazgo, coordinación logística y recursos. Y cuando necesitan asistencia internacional, debemos asegurarnos de que la OMS y sus asociados pueden apoyar a los gobiernos», apunta Jasarevic. «Nuestra conclusión es que si bien estas emergencias sanitarias no pueden predecirse, al menos, se pueden prevenir a través de vigilancia, preparación y sobre todo, respuestas y detección rápidas».

¿El fin de la enfermedad?

Con un balance de 11.315 muertos (solo uno europeo ya que se cuentan los casos autóctonos, es decir, los contagios en el propio país y no los “exportados”) y 28.637 casos (siete fuera de África) que se declare el fin de la epidemia es positivo pero no supone el fin de la enfermedad . Hay que tener en cuenta que ahora comienza la etapa de vigilancia de 90 días en Liberia y dicha vigilancia todavía está vigente en Guinea y Sierra Leona. Pero además, «el brote golpeó los sistemas de salud ya frágiles de estos países. Dado que los recursos se orientaron a luchar contra el ébola, el tratamiento, por ejemplo, de la malaria, vacunación y las consultas médicas primarias sufrieron muchísimo. En Liberia, la epidemia ha provocado una disminución del 61% de las consultas externas . Sierra Leona experimentó una disminución del 39% de los niños que recibían tratamiento para la malaria y una caída del 21% en los niños que reciben vacunas básicas. Del mismo modo, en el apogeo de la epidemia, en Guinea, las consultas médicas primarias se redujeron en un 58%, las hospitalizaciones en un 54%, y las vacunaciones en un 30% en comparación con 2013», cuenta Jasarevic.

Secuelas de los supervivientes

«Ahora llega lo que se llama la etapa post ébola: países con sistemas de salud totalmente colapsados, por no mencionar la parte económica y social, estigma de los supervivientes, secuelas medicas, psicologicas... queda mucho por hacer. Sobre todo, no bajar los brazos en la investigación y el desarrollo», añade Nanclares.

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