Los jueces del Supremo, divididos en la última gran batalla legal por los derechos de los gays
El tribunal decidirá durante los próximos meses los límites entre la discriminación por orientación sexual y la libertad de expresión y religiosa.
El caso del pastelero de Colorado que se negó a preparar una tarta para una boda gay ha llegado al Tribunal Supremo de EE.UU., en la que será la gran batalla legal del año que viene sobre discriminación por orientación sexual. El máximo órgano judicial celebró este martes una vista oral para escuchar a las partes y, por lo visto en las afirmaciones de los jueces, la decisión no está clara. Como en muchas ocasiones, el tribunal está divido entre los magistrado de orientación conservadora y los progresistas. Todo indica que el juez Anthony Kennedy será quien incline la balanza, como ya ocurrió en 2015 con la aprobación del matrimonio entre personas del mismo sexo como un derecho constitucional.
Ayer, sin embargo, Kennedy parecía indeciso sobre su postura. El magistrado es, a la vez, el mayor defensor en el tribunal de los derechos de los gays y de la libertad de expresión , dos ámbitos que parecen enfrentarse en el caso.
En 2012, Jack Phillips, un pastelero de Lakewood (Colorado) se negó a preparar una tarta para una boda entre dos hombres homosexuales, basándose en las protecciones de la libertad de expresión y de religión. Según sus abogados, en una posición que apoyan los jueces conservadores del Supremo y los abogados de la Administración Trump, no se puede obligar a un artista -como se considera Phillips por el talento que pone en el diseño y la ejecución de sus pasteles- a transmitir un mensaje en sus creaciones con el que está en desacuerdo. Su equipo legal estableció la analogía de un escultor negro al que un miembro del Ku Klux Klan le encargue una cruz para una de sus ceremonias racistas.
Los j ueces progresistas cuestionaron que Phillips sea un artista , y que considerarlo como tal, ampliaría la posibilidad de discriminación a personas por su orientación sexual en oficios como peluqueros, estilistas, maquilladores, arquitectos o cocineros.
«No hacemos tartas para bodas gay»
Kennedy cuestionó al abogado gubernamental si sería legal que un pastelero pusiera una señal en su escaparate con el mensaje « No hacemos tartas para bodas gay» , a lo que el letrado contestó que sí, mientras que fueran personalizadas. La respuesta no convenció a Kennedy, que aseguró que eso sería una afrenta a la dignidad de las personas con esa orientación sexual. Pero, al mismo tiempo, reconoció que Colorado -cuya legislación impide que un establecimiento público discrimine por cuestiones de raza, sexo religión u orientación sexual- no había sido “ni tolerante ni respetuoso” con las creencias religiosas del pastelero.
Los jueces deberán establecer cómo encajar la libertad de expresión y de religión que establece la constitución con la no discriminación por orientación sexual y el derecho -también establecido en su jurisprudencia- a las bodas de personas de igual sexo. Se espera que la decisión llegue en junio del año que viene.
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