Quo vadis Conferencia Episcopal
El próximo 3 de marzo se sabrá quién va presidirá la institución eclesial durante los próximos cuatro años
Nada hay más parecido a un obispo que otro obispo, aunque, cuando se reúnen para votar, nada hay más distinto a un obispo que otro obispo. Este martes 3 de marzo sabremos el nombre del presidente de la Conferencia Episcopal Española durante los próximos cuatro años. En estos comicios no hay candidaturas oficiales, ni listas electorales que respondan a partidos y partidas. Pero eso no significa que no haya propuestas diversas que nazcan de sensibilidades no homogéneas.
Por mucho que se diga respecto a los nombres que circulan, en España, que sepamos, el hombre del Papa es el Nuncio, monseñor Bernardito Cleopas Auza.
Insistir en que determinado cardenal u obispo es el hombre de Francisco en España deja, nada más llegar, en no muy buena posición al Nuncio. Todos los obispos son del Papa al ser obispos en activo de la Iglesia. Estamos en un momento de cambio generacional en el episcopado. Nos jugamos la orientación eclesial futura de la presencia en la sociedad. Cuando se habla de la credibilidad de la Iglesia hay que tener en cuenta la dinámica de los líderes mediáticos. Y el presidente de la Conferencia Episcopal es un símbolo. Ante un gobierno que no parece que entienda ni a la Iglesia, ni a lo cristiano, ni, incluso, la libertad religiosa, lo que decidan los obispos es relevante. Por lo tanto, este proceso nos indicará si la Conferencia Episcopal actúa con luces cortas o largas, en cuanto al criterio generacional.
Se insiste en la candidatura del cardenal Juan José Omella, de 74 años. Si fuera elegido, hablaría en Madrid como presidente de la Conferencia Episcopal y en Barcelona como arzobispo, o al revés. O no hablaría en ninguno de los dos sitios.
También está el Cardenal Antonio Cañizares, que en octubre cumplirá 75 años. De las generaciones que emergen, tenemos al arzobispo de Oviedo, monseñor Jesús Sanz Montes; al obispo de Bilbao, monseñor Mario Iceta, que puede aglutinar consensos varios; y al obispo de Getafe, Ginés García Beltrán. Sobre esta elección pende también cómo articular la voz pública, y la libertad, de la Iglesia.