El progresista en la Iglesia

Monseñor George Gänswein, el 'George Clooney del Vaticano', no necesita presentación. En su calidad de obispo, que lo es, el pasado fin de semana ordenó sacerdotes a 27 miembros del Opus Dei

AFP

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Monseñor George Gänswein , prefecto de la Casa Pontificia y secretario de Benedicto XVI , el 'George Clooney del Vaticano', como le bautizó cierta prensa, no necesita presentación. En su calidad de obispo, que lo es, el pasado fin de semana ordenó sacerdotes a 27 miembros del Opus Dei. Lo interesante de esa ceremonia también fue la homilía que pronunció sobre los que se consideran progresistas en la Iglesia . Se le entendía todo.

Arrancó señalando que está de moda ser progresista. «Se considera “in”-afirmó-. ¿Qué esperan los fieles de un joven que dentro de poco deberá y podrá acompañarles como sacerdote? ¿Un vice-párroco progresista? ¿Un trabajador progresista en la viña del Señor? ¿Quién se puede permitir no ser progresista? ¡Se le trataría inmediatamente como arrinconado, y punto!». Y más adelante, después glosar el Evangelio del día, dio una pauta concreta que podemos deducir es la señal para detectar a un progresista en la Iglesia: «Cuando los sacerdotes y los mismos obispos ya no tienen el valor de anunciar el Evangelio con fuerza e íntegramente, sino que dispensan opiniones e ideas propias, es una desgracia. ¿No tenemos ya bastante con lo ocurrido recientemente? Y quien quiere incluso inventar una nueva iglesia, abusa —abusa, repito— de su autoridad espiritual».

Parece que ahora ser progresista, de esa forma, está de moda en la Iglesia. El progresista es siempre un adanista. Lo suyo pertenece a un nuevo tiempo, un nuevo comienzo, una nueva Iglesia. Con él se inaugura una época que supera lo pretérito. Al progresista de turno le cuesta la autoridad, la doctrina, la tradición, lo normativo, el relato, incluso el lenguaje , las formas expresivas utilizadas durante siglos.

Nada hay más alentador para un progresista que los retos del presente, las modas que se imponen, el diálogo con los que marcan tendencia, no llevarse mal con los poderosos y no ser signo de contradicción. Un progresista en la Iglesia es camaleónico, se adapta a las circunstancias. Tiene un agudizado olfato para detectar por dónde sopla el viento y de dónde se puede sacar tajada. Un progresista es, al fin y al cabo, un sucedáneo.

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