Los obispos y la política madrileña
No hay posibilidad de construir una cultura sin conversación
El profesor Rémi Brague es uno de los pensadores católicos más importantes del momento. Catedrático en la Sorbona y en Múnich, académico francés, acaba de publicar 'Manicomio de verdades' (Encuentro). Considera que el proyecto de la modernidad ha fracasado. Hay que proponer una alternativa a partir de la recuperación de una serie de ideas que son las que han definido la civilización occidental. El pasado martes, durante la presentación de su libro, a la pregunta sobre cómo hacer viable su propuesta en un espacio público plural, contestó que no hay posibilidad de construir una cultura sin conversación y que lo que podemos hacer es hablar, escribir, no callarnos y hacer todo lo que podamos para advertir a la gente, con ímpetu y de modo inteligente. En esto, añadió, consiste el profetismo.
Cuando escuchaba al profesor Brague me acordé de los obispos ante la situación política actual. La Iglesia no son solo los obispos, pero no es sin los obispos. No me refiero a casos particulares, sino a la palabra conjunta. En la provincia eclesiástica de Madrid tenemos a monseñor Reig Pla que acaba de decir –no sé si con acierto expresivo-, que ante la aprobación de la ley de la Eutanasia, «las fuerzas laicistas unidas a las fuerzas políticas partidarias de la relativización cultural, moral y religiosa de nuestro pueblo, han conseguido, -con la aprobación de leyes que permiten destruir la vida por nacer, tanto en el seno materno como en los laboratorios, y ahora con la aprobación de la ley de la Eutanasia- convertir a España en un 'campo de exterminio'».
Madrid bulle en un proceso electoral en el que parece que todo vale y que afecta a toda la política española. Está en juego no solo el patrimonio de los gobiernos anteriores, sino una comprensión del bien común, de la libertad. Este momento debe interpelar a la conciencia cristiana. ¿Habrá instancia autorizada de la propuesta cristiana que oriente y clarifique en la decisión del voto? ¿Es posible que la Iglesia no tenga nada que decir respecto de lo que está pasando en la política madrileña… y española?
