Obispos, memoria histórica y represión franquista
No se puede afirmar que la Iglesia fue colaboradora de la represión franquista

Cuando leí hace unos días en este periódico que el Gobierno volvía a agitar la memoria historia ante la cercanía de las urnas, recordé un reciente capítulo sobre la Iglesia en la España contemporánea de don Vicente Cárcel Ortí para el libro coordinado por el catedrático Javier Paredes «Los números de Franco» (San Román). Con sus luces y sus sombras, la Iglesia se empeñó desde muy pronto en la tarea del perdón y de la reconciliación. Si se habla con frecuencia del Estado nacional-católico, no se destaca suficientemente los esfuerzos de los obispos por defender la libertad de la Iglesia ante los riesgos de un Estado totalitario. Una Iglesia, salida de una de las persecuciones religiosas más cruentas del s. XX en el mundo, que ya en verano de 1937, en la carta colectiva, por tres veces, confesaba que «con nuestros votos de paz juntamos nuestro perdón generoso para nuestros perseguidores y nuestros sentimientos de caridad para con todos. Perdonamos de todo corazón a cuantos, sin saber lo que hacían, han interferido daño gravísimo a la Iglesia y a la patria. Son hijos nuestros».
Al margen de la fratricida memoria histórica, instrumento de la política al servicio de la ideología, lo que interesaría ahora es el rigor del estudio de la historia. Sobre la Iglesia en nuestra reciente historia, pesa un sospechoso silencio. Parece como si se diera una especie de amordazamiento ideológico sobre lo que la Iglesia hizo para clarificar el pasado y para contribuir al progreso de nuestra historia reciente, también en el ámbito de la ciencia histórica. La Asamblea Conjunta de obispos-sacerdotes (1971) tuvo la intención de pedir perdón porque la Iglesia no había sabido ser siempre agente de reconciliación. Una afirmación también marcada por el contexto de una transición eclesial que se adelantaba a la política. Pero, como demostró, por ejemplo, Santiago Martínez Sánchez en su trabajo «¿Canes mudos? Los obispos españoles ante la represión franquista durante la guerra civil española»” no se puede afirmar que la Iglesia fue colaboradora de la represión franquista y mucho menos que renunciara a un papel moderador en la reconciliación.