Hablemos de la pornografía
El polémico, por otros motivos, obispo de Solsona, monseñor Xavier Novel, ha escrito una glosa dominical titulada «La plaga de la pornografía»
El polémico, por otros motivos, obispo de Solsona, monseñor Xavier Novel, ha escrito una glosa dominical titulada «La plaga de la pornografía». Arranca su escrito con la referencia al reciente estudio de la organización «Save the Children» sobre el consumo de pornografía por los adolescentes. El 86% de los chicos han visto alguna vez pornografía -el 36% de las chicas-; la media de edad de acceso a la pornografía es de 12 años.
El 79% de los chicos que han visto alguna vez pornografía lo han hecho también en el último mes ; casi la mitad reconocen que la pornografía ha influido en sus relaciones sexuales; también la mitad de ellos -un 36% en el caso de las chicas- han imitado escena sexuales vistas.
Añade monseñor Novell que el problema de este estudio es que «comparte y propugna la ideología de género; sobrevalora la realidad LGTBI y no entra en las causas del problema». Pero lo que sí afirma monseñor Novell, uno de los más jóvenes de España, es que le ha preocupado la ausencia de artículos de opinión sobre esta materia. Y nos ofrece un buen titular: «La pornografía es la esclavitud más generalizada de nuestra sociedad». Una de las estudiosas del feminismo, Rosa Cobo , en su libro «Pornografía. El placer del poder», llega a conclusiones similares desde presupuestos antagónicos.
El consumo del porno se ha disparado. El enfoque del problema no debe ser primeramente moral sino científico. La industria del porno se está comportando como la del tabaco en su día. Niega cualquier perjuicio de sus productos e inunda la sociedad con una engrasada maquinaria de relaciones públicas. Iniciativas como la española «Dale la vuelta» intentan romper con el tabú que impide abordar los efectos del porno, entre otros el machismo. Gail Dines , autora de «Pornolandia: cómo el porno ha secuestrado nuestra sexualidad», recomienda una educación sexual antídoto a una forma de entender la sexualidad como ejercicio del uso y consumo, y del poder y abuso, sobre la otra persona. Respecto a la Iglesia, presiento que no ha encontrado una forma adecuada de hablar de esto a una sociedad hipersexualizada.