Hablarán las piedras

Por primera vez en nuestra democracia, la policía entra sin un requerimiento judicial en una catedral, la de Granada

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Por primera vez en nuestra democracia, la policía entra sin un requerimiento judicial en una catedral, la de Granada, interrumpe el culto y obliga a los fieles a abandonar el templo, vulnerando la ley del estado de alarma según se deduce del informe de los servicios jurídicos de la Conferencia Episcopal y del estudio elaborado por el abogado del Estado en excedencia, Manuel J. Silva . Y nadie en la Iglesia, de forma oficial, colegial, contundente, clarificadora, dice nada. Bueno, los versos sueltos de siempre, el cardenal Cañizares y el secretario general de la Conferencia para todos los fuegos en un medio intraeclesial. Ocurren similares desalojos en Valencia, Alcalá de Henares, Cádiz, y ¿quién dice algo?

Por primera vez en la historia de España, la Iglesia de base, los sacerdotes, religiosos y religiosas, voluntarios de Cáritas y otras instituciones, junto con sanitarios , se convierten en mártires de la caridad , en confesores de una fe que se hace vida, y todo este movimiento pasa inadvertido socialmente porque, entre factores, son escasos los medios de comunicación que tienen a la Iglesia en su agenda temática. Y ¿alguien dice o hace algo?

Por primera vez en la historia democrática de España, la muerte adquiere un protagonismo inusitado, se impone de forma trágica, resurgen las preguntas sobre el sentido de la pandemia, de la enfermedad, del sufrimiento, y son escasos y con poca voz los que son capaces de articular un discurso público sobre las realidades últimas de la vida y las postrimerías. En Alemania, en la gran prensa, ahora se está debatiendo sobre la pedagogía de Dios en la historia.

Por primera vez España se encuentra en un prolongado estado de alarma, la economía se hunde a niveles de la Guerra Civil, un Vicepresidente del Gobierno, Pablo Iglesias, pide el advenimiento de la República y la limitación de libertad de expresión, hay riesgo fundado de utilizar este momento para modificar la forma de Estado, y solo el cardenal Blázquez comenta algo musitando.

¿Dónde están los profetas de la palabra? ¿No estábamos en una Iglesia sinodal? «Si esos callan, gritarán las piedras» (Lc 19, 40).

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