El cristianismo no está agotado
Las religiones han vuelto a ser una fuerza histórica mayor, aunque en España hay muchos que aún no se han enterado
El mundo de la cultura, del pensamiento, es un lugar adecuado para tomar el pulso a lo que está pasando en nuestra historia. No hace falta que recurramos a los recientes ensayos de John Micklethwait y Adrian Wooldridge, con su ‘God is back’, o al libro de Jean-Robert Pitte (Tallandier, 2020), ‘La planètte catholique. Une géographie Culturelle’, para darnos cuenta de que, como escribiera no hace mucho el filósofo ateo y libertino Michel Onfray, «las religiones han vuelto a ser una fuerza histórica mayor». Aunque ciertamente parece que, en España, hay muchos que aún no se han enterado.
Esta semana se ha publicado un y aleccionador nuevo número de ‘Nueva Revista de política, cultura y arte’, ahora en manos de la UNIR, con un editor de lujo, el catedrático Miguel Ángel Garrido Gallardo. Lleva por título ‘Pensar el cristianismo en el siglo XXI’ y propone un certero análisis, en forma de mosaico, sobre cómo el cristianismo está presente en los pensadores contemporáneos más relevantes como fuente de inspiración o como interlocutor necesario para el diálogo público. Si quieren saber algunos nombres de los protagonistas de esta conversación fecunda, aquí los tienen: Byung-Chul-Han, Michael Haneke, Tom Holland, Emmanuel Carrère, Víctor Lapuente, Rob Riemen, Michael Sandel, George Steiner, Steven Pinker, Yuval Noah Harari, Juan Luis Redondo…
Da la impresión de que la cultura secularizada se ha quedado sin fuerzas para generar nuevos proyectos. Existe en el cuerpo social un hartazgo y una pérdida de ilusión respecto a los efectos de las ideologías, algunas mutantes. No pocos de estos acercamientos no aportan argumentos sobre la naturaleza de Dios o de la fe sino sobre la utilidad de las creencias como dato ineludible del mapa de lo humano. Una de los aspectos en los que el cristianismo es más fecundo es su dimensión política como factor de desacralización y crítica del Estado, las ideologías, los partidos o los nuevos poderes que se están configurando. El cristianismo pervive en el mundo cultural del siglo XXI porque está presente en la vida. Supongo que alguien se ha enterado de esto también en la Iglesia.