La conversión de Pedro Sánchez

A Sánchez solo le queda fundar una Iglesia nacional y socialcomunista española

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez EP

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Lo dice el Evangelista Lucas, «porque para Dios nada hay imposible»(Lc 1,37). Aunque en el caso que nos ocupa, el de Pedro Sánchez, la causa está complicada. No olvidemos que fue el primer aspirante a la Moncloa que, en una entrevista televisiva, dijo que era «ateo a secas». Y añadió: «Creo que la religión no debe estar en las aulas, tiene que estar en las iglesias, corresponde al ámbito privado». En marzo de 2015 prometió que, si ganaba las elecciones, revisaría lo que él llama el Concordato, aprobaría una nueva ley de libertad religiosa y establecería que la religión se enseñe en horario extraescolar. «Mi apuesta será -declaró - hacer un Estado laico en España. A todos los niveles, en educación, en materia de impuestos y también sobre las propiedades que tiene la Iglesia Católica». Para qué seguir…

Entonces, ¿a qué viene ahora tanto interés por una foto con el Papa Francisco? Es evidente que no hay estadista en el mundo que no busque un encuentro con Francisco, máxime si pertenece a la categoría de la izquierda en busca de sentido. Pero la celeridad con la que se ha preparado esta visita radica en la compleja situación en la que se encuentra la Iglesia en España. Mientras la Conferencia Episcopal se desgañita en explicar, en repetidas reuniones con el Gobierno, que el IBI no es privilegio de la Iglesia , que las Inmatriculaciones son una práctica amparada por la ley, que la Asignación Tributaria fue modificada al alza por un gobierno socialista, que la educación concertada es plenamente constitucional, y así varias más, Pedro Sánchez se va a ver al Papa para, aparentemente, complicarle más la vida a la Iglesia y a los católicos. Piensa el presidente que se trae un aval psicológico. Lo que no sabe Pedro Sánchez es que desde que, el 28 de enero de 1076, el emperador Enrique IV, «descalzo y cubierto de lana», se humilló ante el Papa Gregorio VII en Canossa, el papado representa lo contrario de lo que pretende Sánchez, a quien solo le queda fundar una Iglesia nacional y socialcomunista española. Todo es gracia.

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