El acierto de Martínez Camino

El obispo auxiliar de Madrid ha tenido siempre un magnífico olfato cultural y teológico. Su formación germánica agudiza su perfil de fino analista

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Monseñor Juan Antonio Martínez Camino , obispo auxiliar de Madrid, otrora secretario general de la Conferencia Episcopal, ha tenido siempre un magnífico olfato cultural y teológico. Su formación germánica agudiza su perfil de fino analista. Quizá esa lucidez, que suele romper los esquemas de lo políticamente correcto, le mantenga en los márgenes de lo propio. Organiza, desde hace años, todas las últimas semanas de agosto en La Granda (Asturias), un curso de verano.

Una cita clave para el pensamiento y la teología española. Aunque la repercusión mediática es limitada, por la calidad de los ponentes y por la profundidad de las cuestiones que se tratan, este encuentro merece que no pase inadvertido. En esta ocasión estuvo dedicado a las lecciones filosóficas y teológicas que nos trae esta pandemia global. ¿En qué media esta pandemia anuncia, consolida o acelera, un cambio de época al que la teología debe dar una respuesta adecuada?

De entre los ponentes destaco dos intervenciones, la del obispo de Lugo, monseñor Alfonso Carrasco Rouco , y las ideas del Abad General del Císter, Mauro-Giuseppe Lepori , un nuevo San Benito para nuestro tiempo. Aunque abordaron cuestiones distintas, había en ambas una coincidencia en la propuesta de una vivencia cristina «realista», alejada de todo utopismo. No pocos intelectuales están aprovechando este momento para vendernos el discurso utópico. Se dice que la persona no puede vivir sin utopía, incluso que hay que construir las sociedad desde la utopía del evangelio, la utopía de Jesús. Fórmulas hechas que suenan muy bien y que tienen demasiados significados.

El problema radica cuando sustituimos la utopía por la experiencia del presente, abandonamos la conciencia del ahora por el espectro del futuro. Si las personas han dejado de tener grandes esperanzas, grandes ideales, con el descontento de fondo que cunde sobre la vida, se nos da a elegir o el pragmatismo o la utopía. Las utopías se construyen sobre la base de presiones morales y premisas racionales. Lo cristiano no parte de ahí. Hunde su raíz en las exigencias de la persona y en su capacidad de saciar el deseo del corazón en el encuentro con Jesucristo.

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