Javier Camarena le canta a los ojos al cáncer

El tenor mexicano, una de los grandes figuras de la ópera actual, ofreció un emotivo concierto íntimo a pacientes del hospital 12 de octubre

Javier Camarena, junto a Elena Filipiano, en el 12 de octubre Maya Balanyá

Esta funcionalidad es sólo para registrados

«Qué bonitos ojos tienes, ellos me quieren mirar, pero tú no los dejas ni siquiera parpadear, malagueña salerosa. Besar tus labios quisiera y decirte niña hermosa, que eres linda y hechicera…» Elena Filipiano se enjugaba las lágrimas no con cada verso, sino con cada respiración de Javier Camarena al entonar éste «Malagueña salerosa». El inmenso tenor mexicano se sentó, guitarra en mano, junto a su cama, y esta rumana de 52 años se pegaba tanto a él que se le desprendía el adhesivo del brazo debajo del cual un catéter la alimentaba con suero.

Elena sufrió un cáncer que le obligó a recibir un trasplante de médula hace 11 años. Le dejó una cicatriz inesperada, una enfermedad que la obliga a ir al Hospital 12 de Octubre a recibir tratamiento una vez al mes. Pero ayer no fue un día cualquiera para ella ni para otra decena de pacientes del hospital de día de Hematología del 12 de octubre. El tenor les dedicó un emocionante concierto pero recurrió a un repertorio de su tierra, como la balada «Parece que fue ayer» o el bolero « Sabor a mí »; «un aria de ópera superaría los decibelios permitidos», dijo sonriendo.

Pero había otra razón, más allá del sonido de su sublime voz. Y es que Camarena quiso cantar las canciones con las que él empezó a los 16 años, las que le enseñaron en su parroquia y con las que recorría hospitales y orfanatos. «Solía decir que llegué al canto por casualidad, pero no hay nada más falso que eso. Mi pasión nació en la Iglesia; el coro de la parroquia me permitió expresarme de manera creativa y comprometerme con las actividades sociales que hacíamos. Es algo que estaba destinado a hacer y ser», dijo emocionado el tenor, tan abnegado con hacerle llegar su voz a los pacientes que no dudó en interrumpir el concierto si alguna cámara inoportuna impedía el contacto de sus ojos verdes con los azules de Elena. Ella le dio la gracias de todas las maneras posibles, lo abrazó y besó y confesó lo bien que le hacía a su espíritu la música y la ópera. Al final, cuando se lucha contra el dolor, o incluso sin él, «en la vida de lo que se trata es de pasar buenos momentos », sentenció en conversación con ABC.

Para Camarena esta mañana también fue especial porque, lógicamente, no es lo mismo cantar ante miles de personas en un auditorio o un teatro que la intimidad -al tiempo calurosa y fría-, que genera una fila de camas de un hospital. «Es una oportunidad de estar en un ambiente más íntimo y de tener una conexión más cercana y en otro plano. Es la misma música pero más de cerca», explicó el tenor.

Camarena recordó sus malos momentos y dedicó también aquellas letras que lo acompañaron en momentos difíciles, como «Nadie te ama como yo». Y antes de empezar les brindó una oración a todos, la misma que se dice para sus adentros antes de salir a un escenario: « Señor, que tu voz sea mi voz, que tu canto sea mi canto »... «Hoy no estoy aqui por casualidad», sentenció.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación