Testimonio de las mujeres
«Es indignante que quieran meter en la cárcel a los únicos que me dieron opciones para no abortar»
En los últimos cinco años, los grupos provida han conseguido salvar la vida de más 5.200 niños a las puertas de las clínicas abortistas

Michelle Ortiz tenía apenas 19 años cuando se enteró de que estaba embaraza. Su novio de entonces no quería niños y su familia consideró que lo más apropiado para una joven de su edad era abortar. Sin trabajo y con todos sus seres queridos ... en contra, Michelle acabó en la clínica Dator de Madrid, uno de los centros acreditados para la interrupción voluntaria del embarazo.
«Me sentía como un borrego. Nadie me daba opciones ni tenía ningún apoyo. Mi novio me decía que le iba a arruinar la vida si tenía al niño. Estaba tan aturdida que incluso me planteé suicidarme», recuerda la joven. A las puertas de la clínica, pocos minutos antes de la cita para que le practicaran el aborto, Michelle se topó con los voluntarios de la asociación provida Más futuro. «Solo me hicieron una pregunta '¿Qué necesitas para no abortar?' Yo entonces me paré porque en el fondo necesitaba que alguien me dijera que había más opciones», recuerda.
Aquella conversación en plena calle no fue para Michelle solo unas frases oportunas en una situación de máxima vulnerabilidad. «A día de hoy si tengo algún problema y no llego a fin de mes me siguen ayudando», comenta esta joven, que ahora vive en Londres junto a su pequeña. «Ellos son un ejemplo de vida para mí y para mi hija», añade.

Por eso, Michelle no puede ocultar su enojo ante la pretensión del PSOE de castigar con tres meses a un año de prisión a los grupos provida que «obstaculicen el derecho al aborto» en las inmediaciones de las clínicas abortistas. «Es indignante que el PSOE quiera meter en la cárcel a las personas que están salvando vidas. Ellos fueron los únicos que me dieron la opción de tener a mi hija», afirma.
Al menos tres organizaciones trabajan actualmente a las puertas de las clínicas abortistas para ofrecer información a las mujeres. La más numerosa es Más Futuro. En los últimos cinco años, sus 200 voluntarios han conseguido rescatar a 5.200 no nacidos en toda España.
«Todavía no puedo perdonarme»
Cuando Patricia Villamarín mira a su pequeña de dos años y piensa que estuvo a punto de abortar, llora. «Todavía no puedo perdonarme lo que pensaba hacer», comenta a este periódico. Ella al igual que Michelle sintió que todo a su alrededor la abocaba al aborto cuando en 2019 se enteró de que esperaba a su tercer hijo. «Me había quedado sin trabajo después de varios años en Amazon. Mi marido ganaba muy poco dinero en la construcción y vivíamos de alquiler. Pensamos que no quedaba otro remedio. Era una situación horrible», recuerda Patricia.
Resignada por las circunstancias pidió abortar, pero a las puertas de la clínica Isadora de Madrid dos voluntarios le ofrecieron un folleto ofreciéndole ayuda. «Para mí fueron la luz, como unos ángeles caídos del cielo. ¿Quién te ayuda hoy en día sin obtener nada a cambio? No te conocen de nada, pero se la juegan por tí. A pesar de estar embarazada ellos me consiguieron un trabajo en el que sigo todavía hoy», comenta Patricia.
Una situación similar vivió Gregoria Rojas. Con 40 años y dos hijos a su cargo estuvo a punto de abortar en la clínica Dator de Madrid . Un voluntario de Ambulancia Vida --otra de las asociaciones provida que ofrecen información a las mujeres a las puertas de estos centros-- le convenció para cambiar de opinión. «Iba como un zombi con la idea metida en la cabeza de que no podía mantener a otro niño. No tenía dinero y mi marido se había ido de casa, pero antes de entrar a la clínica me topé con Alfonso».
Alfonso Qeipo es un economista jubilado de 70 años que lleva ya muchos años dedicando de forma altruista la mañana de los sábados a ser rescatador, como las asociaciones provida denominan esta actividad. De hecho, Alfonso terminó siendo el padrino de su hija Belén, que ahora tiene seis años. « Para mí fue como una bendición que esas personas estuvieran allí para cortarme el paso. Les estaré siempre muy agradecida».
Pese a que fue la Asociación de Clínicas Acreditadas para la Interrupción del Embarazo (ACAI) la que pidió al Gobierno que considere un «delito» las actividades que realizan estos grupos provida, Qeipo está convencido que no van a lograr amedrentarlos. «No vamos a dejar de luchar porque con una sola vida que hayamos conseguido salvar, habrá merecido la pena el esfuerzo».
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