El impacto sociológico del coronavirus
«Sabemos que la conexión social mejora la respuesta del sistema inmune y reduce la inflamación»
Las dos premios BBVA Fronteras del Conocimiento de Ciencias Sociales disertan sobre el efecto del «contacto virtual» que está desplegando la actual crisis en nuestras vidas
Las sociólogas estadounidenses Susan Fiske (Chicago, 1952) y Shelley Taylor (Nueva York, 1946) patentaron en su libro seminal «Cognición social» un nuevo modelo en el que las personas procesan la información sobre su entorno en dos velocidades : una lenta , basada en el análisis sistemático de toda la información disponible; y otra rápida, más frecuente, apoyada en lo que ellas denominan «apoyos cognitivos», que son sesgos y estrategias que simplifican problemas complejos. Un modelo que inspira en estos momentos a su legión de lectores para enfilar los duros tiempos del coronavirus.
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Fiske y Taylor han sido premiadas en nuestro país por la Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento con el galardón en Ciencias Sociales en la XII edición de estas distinciones por ser «dos de las más influyentes psicólogas sociales en activo».
Según su experiencia y su trabajo sobre psicología de la salud y soporte social, ¿cómo cree que está afectando a la salud de la población el aislamiento social por confinamiento? ¿Y en el caso particular de los enfermos ingresados y apartados de sus familias, o aquellas familias cuyos seres queridos han muerto en el hospital sin poder despedirse de ellos?
Shelley Taylor : Esta enfermedad no solo amenaza la salud directamente, sino que pone en riesgo los recursos más importantes que tienen las personas para abordar una amenaza de este calibre, y el principal recurso es precisamente el apoyo social . Por razones de seguridad, debemos limitar nuestros contactos sociales, pero sabemos que estas restricciones son malas para la salud. Lo que no sabemos todavía, y quizás la pandemia nos proporcione la oportunidad para investigarlo, es cuánto del beneficio del contacto social se puede obtener a través del contacto virtual, es decir, hablando por teléfono, videoconferencia, email e incluso ver a las personas discutir sobre problemas comunes en televisión. Sería muy útil saber esto.
Susan Fiske : Las personas somos seres sociales, así que el aislamiento es muy duro para nosotros. Pero también somos seres ingeniosos e imaginativos, y estamos utilizando herramientas del siglo XXI para estar con nuestros amigos y familiares de maneras nuevas. La investigación en el campo de la cognición social nos dice que valoramos sus imágenes y símbolos, su compañía y su conversación, incluso a través de las formas de comunicación más minimalistas. Para aquellos que tienen a familiares enfermos o han sufrido la pérdida de sus seres queridos, cualquier forma disponible de conexión y comunicación es importante. Este puede ser un servicio difícil de facilitar por los hospitales, pero quizás organizaciones solidarias puedan ayudar a las familias a conectar y apoyar a sus seres queridos, aunque sea de forma indirecta. Sabemos que la conexión y el apoyo social mejora la respuesta del sistema inmune, reduce la inflamación y mitiga el estrés.
¿Cómo pueden ser útiles las ilusiones positivas tanto en la situación actual como en la que se produzca cuando termine el confinamiento? ¿Pueden esas ilusiones positivas ser perjudiciales porque nos hagan confinarnos de cara a un nuevo rebrote de la enfermedad?
Shelley Taylor : Las ilusiones positivas no ayudan en absoluto si ciegan a las personas ante la seriedad de la pandemia y les llevan a ignorar las medidas de seguridad que deben adoptar. Sin embargo, sabemos por los resultados de investigaciones previas que las ilusiones positivas no se desvían mucho de la realidad. Estas ilusiones rara vez distorsionan la realidad de forma extrema. La mayoría de las personas son perfectamente conscientes de que existe una amenaza de vida o muerte ahí fuera. El mundo real envía muchas señales que desmontan creencias excesivamente positivas que de otra manera podrían ser desastrosas.
Las ilusiones positivas en la situación actual podrían ser de varios tipos: no voy a enfermar o morir; las personas a las que quiero no van a enfermar o morir. Esto pasará en unos pocos meses. Tales creencias pueden resultar ser ciertas, pero hasta que puedan demostrarse por la vía de los hechos, pueden ser ilusorias. Mientras tanto, pueden proporcionar calma y tranquilidad, la capacidad para resistir cada día con al menos algo de optimismo, y un estado corporal (por ejemplo, con niveles bajos de las hormonas del estrés) que fomenta una buena salud mental y física. Es ahí donde se demuestra la capacidad adaptativa de las ilusiones positivas.
¿Cómo puede su investigación en el campo de la cognición social ayudarnos a afrontar el estrés de la situación actual de confinamiento y distanciamiento social?
Susan Fiske: Piense en sus necesidades sociales en términos de BUC(K)ET (siglas en inglés de Belonging, Understanding, Control, Enhance yourself y Trust others):
· Pertenencia (Belonging): encuentre maneras de conectar y comunicarse con otras personas.
· Conocimiento (Understanding): busque información fiable (no solo información fácil, sino fuentes expertas).
· Control: Cuando hay tanto fuera de control, encuentre cosas que sí puede controlar: cómo hacer ejercicio, comer, asearse. Dedíquese a proyectos factibles, objetivos razonables para cada día (ordene un armario, o un cajón).
· Autoestima (Enhance yourself): Valore su fortaleza y resiliencia.
· Confianza (Trust others): Esta pandemia está sacando lo mejor de muchas personas, su generosidad y su valor. Agradezcamos y mostremos nuestro genuino aprecio por los que nos ayudan.
¿Cuáles cree que pueden ser las principales consecuencias de la alarma sanitaria en el futuro de las interacciones sociales? Usted ha estudiado distintos modelos culturales de interacción: ¿quizás se imponga el modelo oriental que no propia tanto el contacto físico?
Shelley Taylor: Lo más probable es que nuestras interacciones sociales vuelvan a ser las de siempre, una vez que la amenaza del virus desaparezca. Sin embargo, si el virus se convierte en un aspecto permanente o estacional de nuestras vidas, entonces, sí, creo que la vida social cambiará muchísimo. Los cambios más probables serán que la gente limitará sus contactos sociales fundamentalmente a un grupo reducido de familiares y amigos muy cercanos; el contacto casual con otras personas y con compañeros de trabajo se reducirá; y el papel del contacto virtual en nuestras vidas se multiplicará de manera muy notable.
Susan Fiske: Espero que las personas se pongan la vacuna de la gripe, tosan y estornuden en sus codos y se laven más las manos. Espero que apreciemos y valoremos a los sanitarios que se han jugado la vida por nosotros. Espero que los gobiernos locales y nacionales nos ayuden a reentrar en la sociedad.
Cuando pase la tormenta, espero que todos podamos superar el sesgo cognitivo de subestimar el peligro del futuro; debemos planificar nuestra estrategia para afrontar la siguiente pandemia.
En cuanto a la distancia física, las culturas asiáticas se juntan más que las occidentales. Pero creo que podemos aprender una lección de ellas sobre el seguimiento de normas que son desagradables para nosotros como individuos, pero buenas para nuestras familias y comunidades. La investigación en el campo de la cognición social demuestra que mantener nuestras identidades colectivas es importante para nuestra salud y bienestar, es un rasgo universal de la naturaleza humana.
¿Qué movimientos sociológicos observan que se pueden producir (como la vuelta al campo y el éxodo de las grandes urbes)?
Susan Fiske: Aunque algunas personas (incluyéndome a mí misma) se mudarán de la ciudad al campo de manera temporal, la mayoría se adaptará a cualquier situación. Los humanos son seres resilientes, con muchos recursos, así que resistirán donde les toque , apoyados en la familia, el trabajo y los amigos. En general, la gente seguirá en su residencia habitual y se adaptará a la nueva «normalidad». Como dicen Daniel Gilbert y Tim Wilson, no se nos dan bien los pronósticos afectivos, es decir, no solemos acertar a la hora de predecir cómo no afectará una desgracia a largo plazo. La realidad es que podemos acostumbrarnos a casi todo y, milagrosamente, seguir siendo tan felices como lo éramos hace un año.
Shelley Taylor: No creo que el virus en sí mismo empuje a la gente a mudarse a zonas rurales y provoque un éxodo urbano (al menos no en Estados Unidos). Podría, sin embargo, ser un factor que impregne la mentalidad de la gente a la hora de pensar sobre el futuro. Eso podría llevar a un cambio gradual, cuando la gente se mude o se jubile. Pero al mismo tiempo hay factores relacionados con el coronavirus que podrían provocar el efecto contrario, como el hecho de que las ciudades tienen más hospitales y servicios sanitarios de emergencia.
¿Creen que esto será una bofetada de realidad y cambiaremos usos y costumbres, o no, que en un tiempo nos olvidaremos del coronavirus y correremos un tupido velo?
Susan Fiske : Puede que cambien algunas normas (como lavarse las manos), pero no la mayoría de nuestras costumbres. Y la gente podría sufrir un nuevo «shock» en seis meses, un recordatorio de que deberían tener más cuidado en otoño, cuando empiece el periodo de la gripe estacional, si el Covid vuelve a rebrotar. Esto refleja la dificultad de cambiar nuestros hábitos mentales, por no hablar de nuestros comportamientos habituales.
Shelley Taylor: Es difícil predecir lo que ocurrirá, porque estamos todavía en el inicio de la pandemia. Sin embargo, con el tiempo, creo que el «shock» remitirá, pero seguirá estando muy presente en la mente de las personas, como una seria advertencia muy difícil de olvidar. Además, si surgen nuevos brotes o amenazas similares, lamentablemente esto se convertirá en un aspecto permanente de nuestras vidas.
