Hosteleros asturianos, encerrados en una iglesia de Gijón porque «ya no tenemos ni para comer»
«Estaremos aquí hasta que nos den respuesta», advierten los cinco hosteleros que iniciaron ayer una protesta dentro de un templo en Gijón
![Uno de las emotivos momentos vividos antes del encierro de estos hosteleros en la iglesia de San Pedro, en Gijón](https://s2.abcstatics.com/media/sociedad/2020/12/05/60452797--624x415-kz4H--1248x698@abc.jpg)
«Desesperados». Así están los hosteleros asturianos ante el cierre del sector. «Acuciados por los pagos, sin ingresos y endeudados, a muchos compañeros no les queda más alternativa que el cierre», aseguraba ayer Jorge Blanco, propietario de «la Terracina de El Coto». Una desesperación que le ha llevado a él y a otros cuatro hosteleros, integrantes de la plataforma Asturias Suma, a encerrarse desde ayer por tarde en la iglesia de San Pedro, en Gijón .
«Estaremos aquí hasta que nos den una respuesta. Nos tienen que amparar económicamente, queremos que nos tengan en cuenta, porque hay gente que ya no tiene para comer», aseguraba Blanco antes de cruzar el umbral de la iglesia de San Pedro pasadas las seis de la tarde. Allí permanecerá durante tiempo indefinido junto a los gijoneses José Amador Medina y Borja Gil Méndez de la parrilla Nueva Ibérica, Liliana Bermúdez Arias de la sidrería Casa Carmen, y el sierense Daniel Rujas Cimadevilla.
«Emocionarse con mascarilla es una lata»
Antes de entrar en el templo se vivieron momentos de mucha emoción. Se repetían los abrazos de las familias, fuertes, interminables. Costaba despedirse, sobre todo los hijos, la mayoría muy pequeños, que no entendían muy bien qué estaba pasando. Aún así se mantenían serenos, en silencio. Como Llara Medina Gil de cuatro años, que abrazaba a sus padres una y otra vez, mirándolos con intensidad, pero sin decir nada.
Los que lloraban eran los adultos, conscientes del porqué de la medida. Martirizados por la incertidumbre. Atrapados en un callejón sin salida. «Emocionarse con mascarilla es una lata», trataba de bromear Liliana Bermúdez, mientras se despedía de su hija Rocío y de los compañeros de la sidrería que habían ido a mostrarle su apoyo. «Ves, están todos aquí», decía enjugándose las lágrimas. «Mi madre es una mujer valiente, siempre lo ha sido y esto lo demuestra. A sus 64 años y a punto de jubilarse no tiene necesidad de hacer este esfuerzo, pero está aquí. Lo hace por todos los autónomos, por todos los que se están quedando por el camino , para que no haya más», decía Rocío Barrio Bermúdez.
«Es muy duro, pero es lo único que podemos hacer ahora mismo. No tenemos para comer porque no podemos trabajar, pero sin embargo tenemos que pagar igual, tenemos dos hijos pequeños y espero que al menos esto sirva para que no nos cobren los impuestos, que es lo mínimo», explicaba Guadalupe Pérez, esposa de Borja Gil.
Los cinco hosteleros de Asturias Suma comparten a partir de ahora, y por tiempo indefinido, determinación, objetivos y el espacio del recibidor del despacho parroquial de San Pedro. También comparten apoyos. A las cinco de la tarde, acompañados de unas 200 personas marcharon portando una pancarta desde la escalera 5 de San Lorenzo hasta el Campo Valdés . Entre los manifestantes, hosteleros de casi todos los barrios de Gijón, del Bibio a La Calzada. «Esto es muy duro, estamos desesperados y no vemos salida», aseguraban. Durante la concentración se lanzaron proclamas como «Barbón dimisión» y «¿Dónde están las ayudas?», así como gritos contra los gobiernos autonómico y local.
«Podéis salir del atrio si lo necesitáis»
A la entrada de San Pedro, el párroco Javier Gómez Cuesta recibió a los cinco protagonistas del encierro y los acompañó al interior de la iglesia. En concreto hasta el recibidor del despacho parroquial, el espacio donde pernoctarán y se mantendrán el tiempo que dure la protesta . «Tenéis calefacción, gel hidroalcohólico porque hay que seguir manteniendo las normas de seguridad, aseos y las llaves para que podáis salir hasta el atrio si lo necesitáis», les explicó. Puedes seguir leyendo esta historia en El Comercio .