Hollande viaja a Roma para agradecer al Papa su apoyo tras los atentados terroristas en Francia
Mantuvieron un encuentro de 40 minutos en el Vaticano.

Han sido 40 minutos de reunión , 5 más que en la anterior ocasión cuando se vieron por primera vez en el Vaticano en enero de 2014. El clima ha sido distinto y también las circunstancias. La situación en Francia es diferente a la de hace apenas dos años, incluso, a la de hace apenas 3 semanas. Las mimas que han transcurrido desde el brutal asesinato del sacerdote de 85 años, Jacques Hamel , a manos de dos terroristas que actuaron en nombre del Daesh.
François Hollande ha viajado a propósito hasta el Vaticano para departir con el Papa sobre la Francia sacudida por este terrorismo que ha atacado al corazón de su propia identidad.
Aunque desde el Vaticano no ha trascendido de qué han conversado, el presidente francés sí que explicó previamente a la prensa de qué quería hablar con el Santo Padre. Lo hizo tras visitar la parroquia de San Luis de los Franceses, la iglesia nacional francesa en Roma, donde se ha dedicado un altar en memoria de las víctimas del terrorismo que está presidido por la fotografía del padre Jacques Hamel.
El mandatario acudió allí primero para presentar sus respetos rodeado, eso sí, de unas enormes medidas de seguridad. En la misma puerta de la iglesia declaró que la intención de su visita era transmitir al Papa un mensaje de reconocimiento y de gratitud por las palabras «tan reconfortantes» que dirigió a los franceses tras el atentado de Niza y, sobre todo, tras el vil asesinato del padre Hamel.
«En este tiempo, tanto sus palabras como las de los responsables de la Iglesia de Francia han sido muy importantes porque han contribuido a llamar a la unidad», aseguró. En un tono casi solemne, a preguntas de los periodistas respondió que no solo los católicos sino todos los franceses han sido probados por lo que ha sucedido con el padre Hamel, degollado en su parroquia: «Cuando se golpea a la Iglesia, cuando se asesina a un sacerdote se profana a la República », sentenció pocos minutos antes de acudir a su cita con el Papa.
Retomando relaciones
El Vaticano y sus alrededores se blindaron por completo este miércoles. El dispositivo preparado para la llegada de François Hollande resultó descomunal con helicópteros que durante más de dos horas sobrevolaron el espacio aéreo y con decenas de efectivos de los cuerpos de seguridad apostados en la zona.
El encuentro del Papa con el presidente francés fue cordial e incluso hubo espacio para las bromas. Hollande llevó consigo a una reducida delegación en la que estaba el Ministro del Interior, Bernard Cazeneuve . El presidente explicó al Papa que fue quien se capitaneó todo el operativo tras los atentados.
Después como marca el protocolo, Hollande y el Papa intercambiaron regalos. Entre los del Santo Padre, uno muy significativo para el presidente francés. Era un bajorrelieve de bronce en el que se adivinaba una profecía de Isaías: «El desierto se convertirá en un jardín». Se trata de una rama seca con espinas que se acaba cubriendo de flores y frutos y representa el paso del egoísmo a la colaboración, de la guerra a la paz.
Pero la paz no es algo en lo que esté Francia en estos momentos. En los últimos tiempos, la frialdad se había apoderado de las relaciones diplomáticas entre ambos estados, especialmente después de que el Elíseo quisiera imponer al Vaticano a un embajador al que sabía de antemano que la Santa Sede no podía aprobar.
Terminados estos 17 meses sin representante diplomático, «la guerra» que libra el país galo contra el yihadismo ha llevado a Hollande a buscar insólitos apoyos. Aunque si bien, el Papa Francisco sabe que no debe caer en llamar «guerra» a ninguna de estos ataques. Sobre todo, porque más que apoyar a los civilizados, sería caer en el juego tramposo de la «guerra de religiones» de los que buscan quebrar el espíritu y la convivencia europea mediante bombas suicidas, camiones asesinos o tiroteos indiscriminados.
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