MATERNIDAD SUBROGADA
Hijos en tierra de nadie
Familias que iniciaron hace meses en Ucrania el proceso de subrogación temen que el Consulado español deje a sus bebés sin pasaporte cuando nazcan
Marina Aguirre y Fernando Moreno (nombres ficticios) son una pareja española que vive en Madrid. En julio de 2017 firmaron el contrato con una agencia especializada en maternidad subrogada para ser padres por ese método. El pasado marzo, la mujer gestante se quedó embarazada y está previsto que dé a luz en noviembre . Eligieron que su hijo naciera en Ucrania precisamente por las condiciones que se ofrecían en el país, sin imaginar que la situación se podía complicar hasta el punto en el que lo está actualmente, con una treintena de familias que han seguido el mismo proceso sin poder salir de Kiev con un pasaporte español para sus pequeños. De haberlo sabido, asegura, habría buscado otra opción «como ir a otro país o pensar en otras soluciones».
« Tengo una salud muy complicada . Muchas mujeres que elegimos este método la tenemos, y es por eso que no podemos gestar. Tengo una minusvalía del 43% y movilidad reducida . No voy en silla de ruedas permanentemente, pero sí muchas veces», explica esta futura madre mientras se pregunta cómo va a hacerlo si el consulado de Kiev continúa sin dar la nacionalidad a los niños y le toca quedarse varios meses en la capital ucraniana, pues necesita cuidados que solo tiene en España.
Su enfermedad – la operaron de escoliosis cuando era niña y ha ido arrastrando complicaciones desde entonces– es el principal argumento que ha utilizado para pedir explicaciones al consulado de Kiev. Pero la única respuesta que ha recibido es una lista de hospitales y centros médicos ucranianos que, además, no cuentan con los equipos que su tratamiento requiere.
Miedo a que se alargue el proceso
Otra de las opciones que surgen cuando cuenta sus preocupaciones a sus conocidos es que su marido viaje solo y ella permanezca en Madrid, donde residen, aunque explica que su condición no le permite estar sola durante mucho tiempo. Pero además, es inviable que ella no acuda, pues Ucrania reconoce a ambos como progenitores, es decir, tiene que estar presencialmente para firmar los papeles del registro que la acrediten como madre del niño. «Tengo que estar, si luego el proceso se alarga y me veo obligada a volver en algún momento lo haré, pero eso ya supone que algún familiar tenga que ayudarme», cuenta.
Insiste en que no es la única mujer que se encuentra en esta situación , pues muchas de las madres por gestación subrogada se decantan por este proceso al no poder concebir después de haber superado alguna enfermedad. «A veces quienes no saben cómo funciona piensan que quienes recurren a la maternidad subrogada son mujeres mayores, pero la realidad es que muchas son chicas muy jóvenes que han pasado por un cáncer . A algunas incluso les han extirpado el útero y tienen que hacerse revisiones continuamente. No pueden estar cuatro meses en Ucrania», explica.
Para poder ser padres por maternidad subrogada, explica, han tenido que soportar cuatro intentos fallidos de fecundación in vitro, pues es uno de los requisitos para iniciar el proceso. También se puede recurrir a la gestación por sustitución si se han sufrido varios abortos o si se acredita una enfermedad que impide gestar.
Casi 40.000 euros
Aunque les hubiera gustado, Aguirre reconoce que no conocen personalmente a la mujer que lleva a su hijo en el vientre, pues el desplazamiento para encontrarse con ella suponía un gasto añadido. Tal como explica, han pagado a la agencia 39.900 euros para poder llevar a cabo el proceso , a lo que hay que sumar desplazamientos, alojamiento y los servicios legales que puedan necesitar.
A todo esto, se suma la preocupación que tiene por la imagen que se está dando de las parejas que, como ellos, han optado por este método para convertirse en padres. Esta semana, el Ministerio de Exteriores emitió un comunicado en el que achacaba el retraso en el proceso de inscripción de los niños a «posibles casos de mala praxis médica asociada a los procesos de reproducción asistida, así como de casos de posible tráfico de menores ». Esta futura madre asegura que, tras leerlo, mandó una carta a sus contactos en la que desmentía cualquier irregularidad en el proceso. «¡Tuve que mandarla hasta a mis amigos, para que no pensaran que estamos traficando con niños! Son unas declaraciones ofensivas», lamenta.
Además, asegura que la mujer gestante no tiene ninguna relación genética con el niño, pues el óvulo que se utiliza para la fecundación no es en ningún caso el suyo, sino que proviene de una donante anónima o de la mujer de la pareja que recurre a este método para ser padres, en caso de ser fértil.
«Mucha inquietud»
Una sensación parecida a la de este matrimonio la tiene también Antonio Ortiz (nombre ficticio), un almeriense que, si todo va bien, será padre por gestación subrogada este mismo mes . Al ver por lo que están pasando las parejas que ya están junto a sus hijos en Kiev, siente «mucha inquietud» por lo que pasará con su familia. «Cuando empezamos, la única preocupación que teníamos era que fuera un embarazo normal y que tanto el niño como la gestante estuvieran bien . Pensábamos que si íbamos con toda la documentación requerida podríamos registrar al bebé sin ningún problema, pero ahora vemos que no es así», lamenta.
Ortiz acusa al consulado de «no cumplir con su función» y asegura que el comunicado que mandó Exteriores «está basado en ambigüedades y en «argumentos que se puede comprobar que no son ciertos». Pide al Gobierno que actúe, y que si lo considera necesario les requiera más informes de los que se solicitaban hasta el momento. «Que nos pidan toda la documentación que consideren oportuna para comprobar que todo es legal. Somos los primeros que no queremos que haya ninguna irregularidad en el proceso».
¿Tráfico de niños? ¡Son mis genes!
Como a la mayoría de los padres, lo que más ha molestado a este andaluz es que se aluda a casos de trafico de menores. «Es algo absurdo. ¡Cómo pueden hablar de tráfico de menores si son mis genes! Y si tienen alguna duda que hagan la prueba de ADN como ocurría hasta ahora y lo comprueben», reclama.
Como Marina y Fernando, Antonio y su mujer también trataron de recurrir a la fecundación in vitro, aunque todos los intentos resultaron fallidos. Además, se plantearon la adopción , pero los plazos que les proponían eran «excesivamente largos». La gestación subrogada fue su última opción: «Vimos el cielo abierto. Fue como poder coger el último tren».
Si tuviera que empezar de nuevo el proceso, asegura, lo haría, pese a toda la burocracia que este conlleva, «porque lo más importante es que nazca mi hija», dice. Sin embargo, de saber que la situación iba a llegar a este extremo, sí que se lo habrían replanteado.
Pero lo que más le duele, reconoce, es que el Gobierno no les esté dando soluciones . «El que me tendría que ayudar es el que me está poniendo palos en las ruedas», afirma. «Un embarazo son nueve meses. ¿Qué hacemos ahora?, ¿pretenden que renunciemos y le digamos que no a la gestante», se pregunta. «Estamos totalmente desamparados», concluye.