Habla una monja infectada por coronavirus: «Si el Señor me dice esta noche que me lleva, que me lleve»
Está en el Hospital La Paz y asegura no temer a la muerte. «El día que conozca una patera me quejaré, ¿cómo voy a quejarme por un coronavirus?
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Es una monja de nacionalidad argentina. Tiene 59 años y lleva 30 años en España. La trasladó su congregación al norte del país, luego al sur, hasta que finalmente se estableció en un colegio de la capital .
Sus graves problemas de salud la obligaron a una baja que ya suma dos años. Esta mujer de voz firma y una fortaleza que quita el habla enumera sus enfermedades (de muchísima gravedad) y en la mitad se detiene y con un desconcertante y admirable sentido del humor dice: «Y ahora el coronavirus, ¿qué te parece?» .
Cree haber cogido el virus en el Hospital La Paz de Madrid al que acude normalmente para hacerse numerosas pruebas, la semana pasada esutvo allí cuatro veces y la anterior, tres. Todo empezó en un desayuno. «Había pasado una noche mala y a la mañana empecé a toser. De repente, nos miramos todas las hermanas. Pedí que me compraran un termómetro y tenía mucha fiebre. Por eso, le escribí a un médico de La Paz y me dijo que fuera rápidamente Urgencias y ahí me hicieron las pruebas".
Hace cuatro días le confirmaron que tenía el virus que ha enmudecido y paralizado al mundo. "Estoy muy inmunodeprimida así que era era blanco y en botella ». Mientras algunos se ponen bolsas de plástico pensando que así evitarán el contagio, mientras otros vacían supermercados o agota las mascarillas cuando las autoridades repiten por activa y por pasiva que no es necesario si no se está infectado, esta mujer muestra ante la enfermedad una entereza casi imcomprensible. «Cuando me enteré de que estaba infectada, después de todas las enfermedades que he acarreado, pensé: "pues otra más"; este es mi ingreso número 11 en dos años y alguno llegó a los cuarenta días. Luchas y si no sales, mi vida ya está entregada ».
Es difícil continuar la conversación y como el paciente que tiene más fuerza que sus familiares, ella sigue hablando animada: «Cuando estuve grave en otras ocasiones, pensaba que si me tocaba irme yo ya había dado mi vida , recordaba también las palabras de San Juan de la Cruz: "A la tarde te examinarán en el amor" y comprendí que me podía ir porque no me llevaba rencor, porque tengo buenos amigos, una buena vida . Y ahora pienso igual; si el Señor me dice que me lleva esta noche, que me lleve. No le tengo miedo a la muerte; como dicen los africanos no es más que un momento más de la vida , ¿por qué la vivimos como un hecho negativo?»
Esta hermana habla a veces desde la resignación y aún así no pierde el humor: «Estuve muy mala hace tiempo y cuando entonces me hablaban de la gravedad de mi situación yo sabía que salía, pero ahora está el cuerpo muy dañado . Hoy cuando rezaba, le dije al Señor: "si no salgo adelante, préparate, porque ahora te vas a enterar , ¡que he aguantado mucho!"», relataba riendo.
Dice que le comunicó la situación a sus hermanas, « como hizo Jesús en la Resurreción, a las mujeres », no a los varones y que aunque quieren trasladarse a Madrid ella les dice que no.
Actualmente está tomando mucha medicación pero ya no pregunta cuál: « No me gusta estar todo el tiempo pendiente de las enfermedades ». Lo único que lamenta no es su sufrimiento, sino el del equipo médico que la atiende. «Son auténticos héroes, están haciendo un trabajo enorme y encima sufro al verlos con esos trajes con los que pasan tanto calor». Su empatía es infinita: «El día que conozca una patera me quejaré, no lo hare por un coronavirus»
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