Mi gran amigo el INE
El INE realizó 2,8 millones de cuestionarios el año pasado. Una cifra que nos da la medida de cuántos españoles hemos pasado a engordar su lista de encuestados
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«El precio de los paquetes turísticos crece un 4,8 por ciento según el INE». «El número de hogares aumentó en un 0,3 por ciento». «España recibió en 2018, 82 millones de turistas extranjeros». Con este tipo de datos, nos levantamos muchas mañanas sin plantearnos realmente de dónde sale esta información y lo que ha hecho falta para que se produzca. Por lo menos así era para mí, hasta que un buen día contactó conmigo el INE; y a partir de ese momento, pasé a estar a sus órdenes como si de una asalariada más se tratase .
Su relación conmigo comenzó con una carta, que terminó en el montón de las no urgentes para abrir. Luego pasaron a las llamadas. «¿Nos ha leído usted? Me refiero a su colaboración con nosotros en una encuesta sobre turismo». Mi contestación fue rápida. «Lo siento, no tengo tiempo de hacer ninguna encuesta» . «Díganos a qué hora podemos hablar con usted». Tras zafarme de la primera llamada, llegó la segunda, la tercera, la cuarta… y mis respuestas siempre negativas: tenía que trabajar, ir a la compra, recoger a mi hija… imposible estar colgada al teléfono. Me llamaban entre ocho y diez veces seguidas. Insistían día tras día y empecé a enfurecerme. Uno de ellos me increpó: «¡Señora, esto no es voluntario! Usted está obligada a contestar a nuestras preguntas . ¡No se puede negar!» De mi boca salió: «¡Que no me puedo negar, eso lo veremos!»
«Señora, esto no es voluntario. Usted está obligada a contestar a nuestras preguntas. No se puede negar
Una batalla perdida
Colgué pensando en los 13.000 hogares, que según ellos, estaban colaborando en este estudio sobre los viajes realizados por la población española, a los que estarían martirizando día y noche.
Mi solución a este acoso fue mandar a llamadas rechazadas los números de teléfono que utilizaban . Y así disfruté de un par de días de asueto. Y cuando ya pensaba que era mía la victoria y que mi amigo, el INE, no volvería a molestarme, cambiaron los números de teléfono desde los que me bombardeaban y volvimos a empezar. Ahí me di cuenta que era una batalla perdida.
Preguntas como: ¿Ha realizado algún viaje en los últimos dos meses?, ¿dónde se ha hospedado? , ¿ha salido a comer fuera?, ¿cuánto ha gastado al día en restauración?, ¿compra en alguna tienda?, ¿excursiones?, ¿en qué medio de transporte ha viajado?, ¿cuál es su renta familiar?… Después de media hora de interrogatorio, me agradecen mi colaboración y me emplazan a la siguiente encuesta de la que ya me avisarán hasta llegar a un número de seis. «¿Seis más?». «Sí señora, seis en total» . Me cae como un jarro de agua fría y me viene a la cabeza la última escena de la película «Casablanca» en la que Humphrey Bogart, después de quedarse sin la chica, le dice a su perseguidor, el capitán Claude Rains: «Presiento que este es el principio de una hermosa amistad».
El ahorro del INE
Hace unos días salía la noticia de que el INE pensaba ahorrar cien millones haciendo menos encuestas y explotando los datos que tienen las empresas y la Administración. Parece ser que en las encuestas de Presupuestos Familiares, entregaban una libreta a los encuestados para que anotasen sus gastos. Al final, había tenido suerte y todo. Me imagino a estos pobres yendo todo el día, cuaderno en mano, escribiendo lo que les ha costado un paquete de macarrones o dos cuadernos y un lápiz para sus hijos.
La segunda encuesta que hice fue justo antes de empezar mis vacaciones de verano . Después de quince llamadas que no me venían bien, encontré un rato para contestar las mismas preguntas de siempre: «¿Ha realizado algún viaje este mes?, ¿qué medio de transporte ha utilizado?»...así durante más de media hora. Yo no había salido de Madrid, desde luego nada de dormir en hoteles y qué decir tiene, que tampoco me había permitido hacer excursiones. Vamos, me había convertido en un muermo de encuestada .
Y cometí mi gran error. «En unos días me voy a hacer un crucero», confesé. La empleada del INE entró en éxtasis
Noté la decepción en mi entrevistadora hasta que llegó la siguiente pregunta: «¿Piensa usted realizar algún viaje en los próximos meses?» … Y cometí mi gran error. «Bueno… en unos días me voy a hacer un crucero» . «¡Un crucero!» Sube la voz mi interlocutora. A través del teléfono me parece vislumbrar que la empleada del INE entra en éxtasis.
Me imagino lo que pasa por su cabeza: pagos con tarjeta en tiendas, comidas en los puertos elegidos, excursiones pagadas …en definitiva, «tirar» de la VISA. Se despide alegremente, deseándome unas felices vacaciones y me emplaza a la siguiente encuesta. A mí me contagia su euforia. ¡Por fin voy a subir la media de lo que gastan los españoles dentro y fuera de nuestras fronteras!.
Siguiente colaboración
La tercera encuesta, no me pilla de tan buen humor. He vuelto de mis vacaciones y me dirijo con prisa al trabajo en mi coche . Suena el teléfono y cómo no, es mi amigo, el INE. «Llamamos para su siguiente colaboración». «Lo siento me viene fatal y además, estoy ¡harta!». «Ya sabe que también la puede hacer por internet». «Me viene igual de mal, pero si quiere, tengo cinco minutos antes de llegar al trabajo». «Lo siento, en ese tiempo es imposible realizarla ¡Que esta vez usted se ha ido a un crucero y eso no se despacha en cinco minutos!». Intento relajarme sin éxito, no vaya a ser que me estampe contra el coche que tengo delante. Contesto enrabietada y como si hubiera vuelto a los 10 años: «¡Pienso hacerlo por internet y a voleo!». «!A voleo o no, no va a tardar menos de veinticinco minutos!»
A día de hoy estoy en proceso de hacer mi tercera encuesta. Después iré a por la cuarta, quinta, sexta..
A día de hoy, estoy en proceso de hacer mi tercera encuesta . Después iré a por la cuarta, quinta, sexta… Por lo que me han dicho, tomaré las uvas, seré testigo de las procesiones de Semana Santa y volveré a organizar mis vacaciones de verano con mi amigo, el INE.
Resignada espero mi próxima colaboración en lo que parece que va a ser el «principio de una hermosa amistad».