José Francisco Serrano Oceja
El futuro del catolicismo
El debate cultural sobre el papel del catolicismo en una sociedad plural, que no solo secularizada, está al rojo vivo
El debate cultural sobre el papel del catolicismo en una sociedad plural, que no solo secularizada, está al rojo vivo. A la polémica suscitada por el libro de Rod Dreher , «The Benedict Option», - en el que propugna una vuelta a las comunidades minoritarias-, debemos sumar los trabajos de Anthony Esolen , «Out of the ashes. Rebuilding american culture»; el volumen del arzobispo Charles J. Chaput, «Strangers in a strange Land: living the catholic faith in a post-christian world”; y el del editor de la revista «First Things», R. R. Reno, «Resurrecting the idea of a christian society». Lo siento, ninguno español. Demasiada evidencia de lo que nos pasa.
Los diagnósticos, al fin y al cabo sobre el futuro del cristianismo, son diversos y las soluciones, complementarias. Que se haya acabado el régimen de cristiandad no quiere decir que haya desaparecido el cristianismo. No podemos seguir cayendo en la trampa de las encuestas respecto a los que se declaran católicos. Hay que analizar el cómo, no solo el cuánto. El arzobispo Chaput parte del supuesto de que los católicos se levantan todos los días sabiendo que algo va mal , pero no entienden por qué o no saben qué hacer. R. R. Reno se planeta que la relevancia de lo social debe pasar de un proyecto de caridad cristiana a una propuesta de políticas públicas integrales. Tres ámbitos son prioritarios en esos análisis: la familia, la educación y los efectos de la revolución sexual, en el contexto del transhumanismo, la ideología con la que el Estado y la tecnología conquistarán las mentes.
¿Qué hacer? Ninguno de los autores proponen planes de batalla, actitudes defensivas, o propuestas de programas políticos confesionales. La clave inicial, la experiencia de fe y la perspicacia de discernimiento. Lamentan la atrofia de las organizaciones intermedias y apuestan por dar una dimensión pública a todo acto eclesial. El problema radica en cómo proponer la verdad independiente de su popularidad, no vaya a ser que la Iglesia, y el cristianismo, solo se muestre como verdadera cuando es popular. Algo demasiado recurrente también en España.