La frontera entre Portugal y España permanece cerrada hasta después de Semana Santa

El Gobierno pretende evitar así una avalancha de españoles en el inminente periodo de vacaciones, al tiempo que autoriza la venta de tests rápidos en farmacias y parafarmacias

Lisboa, este 11 de marzo Reuters
Francisco Chacón

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Mientras Lisboa autoriza la venta de tests rápidos para detectar el coronavirus en farmacias y parafarmacias a partir de este sábado 13 de marzo, el cierre de la frontera entre Portugal y España se prolonga hasta que termine la Semana Santa, tan atípica y desprovista de celebraciones en un país como en el otro. Entonces, ¿por qué esta prórroga de los controles, teniendo en cuenta que la situación pandémica del coronavirus ha mejorado de forma considerable? Pues precisamente para no bajar la guardia y, sobre todo, porque los portugueses temían una avalancha de ciudadanos procedentes de España, incluso aunque la mayor parte de las comunidades autónomas viven bajo la restricción perimetral.

Solo se permite el transporte internacional de mercancías, así como el paso para los trabajadores transfronterizos (aquellos que residen a un lado de la frontera y desarrollan su labor en el otro) debidamente acreditados y vehículos de emergencias. Pero lo cierto es que cada día salen a la luz intentos de cruzar que rozan la ‘picaresca’ y los guardias lusos demuestran que son estrictos.

Así, saltó al primer plano esta semana la prohibición de transitar decretada contra un grupo de 95 personas en el área de Zamora. También se registró el caso de un hombre de Badajoz interceptado en el puesto de Elvas con una alta cantidad de hachís encima, destinada a para un amigo portugués. Una audacia que desató el estupor de los agentes portugueses, que no daban crédito, mucho más al comprobar que se había desplazado hasta la frontera por los mismos caminos que utilizaban antiguamente los contrabandistas.

En sentido contrario, se dan casos de toxicómanos de la zona de Elvas que pretenden colarse en territorio extremeño con tal de aprovisionarse de su dosis de heroína. Incluso se les puede observar vagando como zombis a través de los senderos, pues buscan evitar los puestos oficiales de tránsito.

La lista de estos polos transfronterizos ha levantado la polémica entre las ciento de personas que dependen en su vida cotidiana del constante trasiego de un lado a otro, como les ocurre a los gallegos que trabajan en los polígonos industriales cercanos a Vila Nova de Cerveira o Viana do Castelo.

Siete casetas continúan como reconocidas para funcionar las 24 horas. Hablamos de los los puestos ubicados entre Vilar Formoso y la provincia de Salamanca, Caia y Badajoz, Vila Verde de Ficalho y Huelva, Castro Marim y este mismo enclave andaluz, Quintanilha y Zamora, Vila Verde da Raia con Galicia y Valença do Minho igualmente a las puertas de la frontera gallega.

Del mismo modo, se pusieron en funcionamiento por franjas horarias los pasos colindantes entre Marvao y Badajoz (de seis de la mañana a ocho de la tarde, de forma ininterrumpida) o entre Monçao y Galicia, de 6.00 a 9.00 y de 17.00 a 20.00, ya que está enfocado al tránsito por motivos laborales.

Esta misma circunstancia preside la actividad en Melgaço y Montalegre, pues el tráfico hacia Orense y Pontevedra es el que mayor volumen presenta.

Vinhais, en los alrededores de la provincia de Zamora, y Ponte da Barca, perteneciente al distrito de Viana do Castelo, se han sumado en fechas recientes con el fin de ampliar las posibilidades.

Más allá de los 1.214 kilómetros de frontera común, los portugueses comienzan a ver que el descenso de la incidencia se sube a lomos del desconfinamiento progresivo. Desde esta perspectiva, los viajes en avión y en barco vuelven a estar operativos para los portugueses que quieran salir, aunque lógicamente habrán de someterse a las exigencias de los países adonde lleguen.

El plan de desconfinamiento desembarca «con cuentagotas», de acuerdo con la expresión empleada por el propio primer ministro, Antonio Costa. La «seguridad» y l a «reapertura progresiva» de la sociedad se darán la mano en esta nueva fase, aunque todo puede cambiar en función de la revisión de los datos oficiales.

El estado de emergencia ha sido renovado hasta el 31 de marzo, como mínimo. Se prevé que, a mediados de abril, puedan ir aliviándose las medidas, pero todo dependerá de los niveles de incidencia del coronavirus en un país que ya acumula 16.635 muertos, al menos según los datos de las autoridades.

El único territorio portugués que podía presumir de haber estado libre del virus era la Isla do Corvo, la novena y más remota de las Azores. No obstante, la sorpresa saltó recientemente porque se registró un caso. Era un residente que había tenido un contacto (limitado, pero suficiente) con alguien venido de otra parte del archipiélago. Eso sí, se aplicó un aislamiento inmediato y ya se ha recuperado, por lo que el enclave integra de nuevo el grupo de seis islas que hoy no presentan ningún contagio.

Igualmente, Madeira va saliendo adelante y ve la luz al final del túnel, aunque se mantiene la exigencia de pruebas con resultado negativo en el Aeropuerto Internacional Cristiano Ronaldo.

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