El mal olor del frito se convierte en delito

El Tribunal Supremo italiano condena a un matrimonio por producir a los vecinos «molestias olfativas»

Una mujer muestra un plato de pescado frito EFE

Ángel Gómez Fuentes

El olor del frito del vecino de casa puede ser un delito. En el caso de una pelea entre vecinos el olor era tan fuerte que ha llegado hasta el Tribunal Supremo. En una decisión sin precedentes, el alto tribunal italiano considera que los malos olores constituyen un delito. Por primera vez el alto tribunal ha condenado a una familia por «molestias olfativas», un nuevo delito que se incluye en el «capítulo de cosas peligrosas».

La insólita sentencia se produce tras las continuas protestas de los vecinos por las emisiones de humos, ruidos y olores molestos procedentes de la cocina de un apartamento de la planta baja en un edificio de Monfalcone, ciudad de 28.000 habitantes de la provincia de Gorizia, al norte de Italia, cerca de la frontera con Eslovenia. La denuncia la puso el propietario del apartamento del tercer piso, harto de los fuertes y fastidiosos olores que partían de la cocina de la planta baja, donde vivía un matrimonio. Este fue su razonamiento ante los jueces: «Cuando los vecinos cocinan , mi apartamento se impregna del olor de las salsas, de sus fritos… hasta el punto de que me parece tener su cocina en mi propia casa».

La pelea vecinal acabó en un tribunal de Gorizia, donde los vecinos de la planta baja fueron declarados culpables de comportamiento antisocial por causar olores fastidiosos con sus fritos . Pero éstos recurrieron porque les parecía fuera de lugar una condena a los olores de sus ricas «salsas y fritos mixtos».

Se llegó así al tribunal de apelación de la cercana ciudad de Trieste, que confirmó la sentencia de primer grado. No contentos con esta decisión, el matrimonio de la planta baja siguió con sus fritos y recurrió al Tribunal Supremo en Roma. Ahora los jueces de la ciudad eterna confirman las dos sentencias anteriores, desestiman los recursos del matrimonio infractor y le ordena que pague una multa de 2.000 euros, porque los olores iban «más allá de los límites de tolerancia de una persona», lo que constituye un «abuso olfativo», una expresión de una sentencia que crea jurisprudencia. Diez años ha durado todo el proceso judicial, reflejo de la lentitud de la justicia italiana.

Crecen los litigios

El pleito con origen en Monfalcone no es un caso aislado en Italia. Cada año hay un millón de causas civiles por peleas de condominio y, en particular, las ligadas a los olores de los alimentos están en continuo crecimiento. Así lo subraya el Matteo Santini, abogado experto en este tipo de litigios relacionados con fritos y olores de alimentos de culturas diversas.

Hay personas que van a los tribunales solicitando compensaciones al vecino por daños morales y psicológicos, como el sufrir una depresión causada por los olores que llegan de un restaurante o de la casa de un vecino. Hay quienes al no poder soportar la «invasión olfativa», se han rendido cambiando de casa. «Hay que encontrar siempre una justa proporción en las cosas: Hubo un señor que quería denunciar a la vecina porque cocinaba sopa de pollo a las ocho de la mañana», afirma el abogado Santini. Una de las razones del aumento de las denuncias está en la creciente población inmigrantes: «Ahora en las casas conviven gentes de diversas partes del mundo. Más de una vez he visto orientales que protestaban por el frito de los americanos , estadounidenses que no soportaban el olor de curry de los indios o el ajo de los chinos…», explica Matteo Santini, quien precisa que en los procesos entre vecinos el pago del daño, si se demuestra, oscila entre 1.000 y 1.500 euros. Cuando se trata de un local o de un restaurante, la cifra crece y sus propietarios se deben ajustar a las reglas sobre extractores de humos.

Desde luego, el considerar la «molestia olfativa» como un delito dará sin duda esperanzas en Italia a quienes deben sufrir los vapores malolientes de la cocina del vecino o los olores de salchichas en la barbacoa del jardín del piso bajo. Y quizás los aficionados de las salsas y fritangas se controlen algo mas para que sus olores no impregnen el ambiente del vecino. En definitiva, mucho ojo con freír demasiado, porque se puede cometer un delito frente a los vecinos.

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