Francisco propone la «no violencia activa» como estilo de vida personal y político

Pide «que se detenga la violencia doméstica y los abusos a mujeres y niños»

El Papa Francisco, durante la audiencia general del pasado miércoles EFE

JUAN VICENTE BOO

Mirando al mismo tiempo al mundo contemporáneo y a los primeros momentos del cristianismo, el Papa Francisco propone a las personas e instituciones la «no violencia activa» como estilo de vida en su Mensaje para la 50 Jornada Mundial de la Paz, que se celebra el próximo uno de enero de 2017.

El Vaticano ha hecho público el texto el lunes, poco después de que el Santo Padre llamase por teléfono al Papa Tawadros II, patriarca de la Iglesia Copta de Egipto para darle el pésame por el atentado del domingo en la catedral de El Cairo que costó la vida a 23 personas, en su mayoría mujeres y jóvenes.

En su Mensaje de la Paz al mundo entero, Francisco recuerda unas palabras clarísimas de su predecesor Benedicto XVI hace casi diez años: «para los cristianos la no violencia no es un mero comportamiento táctico, sino más bien un modo de ser de la persona», pues «el amor a los enemigos constituye el núcleo de la revolución cristiana».

Recuerda también los grandes éxitos logrados por la «no violencia» como la promovida por Gandhi para conseguir la independencia de la India, la de Martin Luther King para lograr los derechos civiles en Estados Unidos, o la de Juan Pablo II para facilitar la caída de los regímenes comunistas en Europa sin derramamiento de sangre.

Francisco vuelve a denunciar que «hoy lamentablemente estamos ante una terrible guerra mundial por partes», y advierte que «no es fácil saber si el mundo es más o menos violento de lo que fue en el pasado, ni si los modernos medios de comunicación y la movilidad que caracteriza nuestra época nos hace más conscientes de la violencia o más habituados a ella». Es un interrogante que deja sobre la mesa.

Lo que sí afirma con toda claridad es que «también Jesús vivió en tiempos de violencia» , y sin embargo no tomó las armas ni alentó a la lucha sino que «enseñó a sus discípulos a amar a sus enemigos», «impidió que la mujer adúltera fuese lapidada por sus acusadores» y, la noche antes de morir «dijo a Pedro que envainara la espada».

El Papa recuerda que el mensaje de Jesús aparece con toda nitidez en el discurso de la Montaña y en las ocho Bienaventuranzas: «Bienaventurados los mansos, los misericordiosos, los que trabajan por la paz, y los puros de corazón, los que tienen hambre y sed de la justicia».

«Ética de la fraternidad»

Analizando la historia, Francisco concluye que «una ética de fraternidad y de coexistencia pacífica entre las personas y entre los pueblos no puede basarse sobre la lógica del miedo, de la violencia y de la cerrazón, sino sobre la responsabilidad, el respeto y el diálogo sincero».

Por eso, en su mensaje hace «un llamamiento a favor del desarme, así como de la prohibición y abolición de las armas nucleares: la disuasión nuclear y la amenaza cierta de la destrucción recíproca, no pueden servir de base a este tipo de ética».

Aunque su mensaje se centra en las guerras y el terrorismo, el Papa no olvida otro problema que afecta a muchas personas en países en paz, y por eso señala: «con la misma urgencia suplico que se detenga la violencia doméstica y los abusos a mujeres y niños».

Francisco intenta frenar las espirales de violencia, que a veces perpetúan «los señores de la guerra», y otras veces prolongan por resentimiento la población civil y quienes la empujan al rencor.

En esa línea recuerda una vía de salida heroica que salva de la amargura a la generación siguiente: «Cuando las víctimas de la violencia vencen la tentación de la venganza , se convierten en los protagonistas más creíbles en los procesos no violentos de construcción de la paz».

Naturalmente, Francisco es consciente de que su oposición a los grandes «señores de la guerra», tanto militares como económicos, y a la cultura política del rencor le costará sufrir represalias, pero asume su parte del riesgo. Su tarea es recordar la esencia del cristianismo, y la aborda sin miedo.

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