Los franceses vuelven a tomar la calle para protestar por el certificado Covid
A partir del 9 de agosto será obligatorio para entrar en bares, restaurantes y centros comerciales
Las protestas nacionales contra su política sanitaria se han convertido en una pesadilla para Emmanuel Macron . En París y varias capitales de provincias, entre 150.000 y 165.000 manifestantes que gritaban «¡Libertad, libertad..!» han confirmado en la tarde/noche de este sábado la agravación de una crisis que tiene flecos políticos y sociales inflamables. En París, tres cortejos distintos terminaron con tensiones relativamente llamativas.
Una de las manifestaciones parisinas terminó con enfrentamientos de cierta gravedad, en torno a la plaza de la Bastilla. Los antidisturbios tuvieron que utilizar gases lacrimógenos y cañonazos de agua para sofocar la protesta callejera. Los manifestantes intentaron «refugiarse» en las escalinatas de la Ópera de la Bastilla.
Otro cortejo parisino culminó con tensiones y gases lacrimógenos en la plaza de la República . En otro extremo de París, en Montparnasse, un dirigente de extrema derecha se puso al frente de los manifestantes denunciando la «dictadura» del gobierno de Macron.
En el corazón de la Costa Azul, en Niza, en la Cataluña francesa (Montpellier), en Estrasburgo, en Rennes, en Toulouse, en Marsella, en Lille, entre otras ciudades, las manifestaciones de millares de manifestantes fueron globalmente pacíficas , con tensiones recurrentes que ponen de manifiesto una suerte de angustia social apenas contenida.
Los manifestantes protestan contra la política sanitaria del gobierno de Emmanuel Macron, calificada de «liberticida». El carácter obligatorio de los controles sanitarios más estrictos y la exigencia de los controles Covid para entrar en cines, bares y restaurantes, a partir de septiembre, son los puntos más conflictivos. Pero solo son la parte visible e inflamable de la crisis.
No hay ninguna organización que centralice y organice las protestas. Y ese carácter relativamente espontáneo es percibido con inquietud por los servicios de seguridad del Estado , que temen una agravación generalizada de la crisis, llamada a prolongarse indefinidamente.
Una gran mayoría de franceses apoyan la política sanitaria del gobierno francés. Y la exigencia obligatoria del certificado Covid es aprobada muy mayoritariamente por la opinión pública.
Pero, veinte horas después de su instalación en el Fuerte de Brégançon, la residencia veraniega de los jefes de Estado franceses, en la región de Provenza-Alpes-Costa Azul, frente al pueblecito de Bormes-les-Mimosas (7.800 habitantes), Macron recibió una nota confidencial del Ministerio del Interior, con muy malas noticias: «Las protestas callejeras contra las restricciones para frenar el avance de los coronavirus corren el riesgo de crecer, convirtiéndose en un movimiento nacional semejante al de los 'chalecos amarillos'». Las manifestaciones del sábado confirman la agravación imprevisible de la crisis.