Fernando Simón, el portavoz tranquilo
Fue la cara visible de la crisis del ébola y seis años más tarde, el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias es el bálsamo que calma la histeria del coronavirus chino
Nunca quiso serlo, pero el 6 de octubre de 2014 Fernando Simón se convirtió en una estrella de la comunicación. Ese día Ana Mato, la entonces ministra de Sanidad tuvo una desafortunada comparecencia ante la prensa. Con gesto serio y vestida de negro, Mato anunciaba que se había producido en Madrid el primer contagio de ébola fuera de África. Los dos misioneros infectados y repatriados de Sierra Leona habían muerto en el hospital Carlos III de Madrid y una auxiliar de enfermería se había contagiado. El ébola, un virus letal y sin tratamiento específico, se había transmitido en territorio patrio. Mato, que hasta ese momento había despreciado el riesgo de infecciones en España, no tuvo entonces una de sus mejores intervenciones públicas. Temerosa e insegura, apenas contestó a las preguntas de los periodistas y se limitó a delegar en los responsables sanitarios del Ministerio y de la Comunidad de Madrid que la acompañaban.
Cuando hay una alerta la mejor receta contra el miedo es la información y Mato no lo estaba haciendo bien. Una semana después, la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, tomaba el mando de la crisis y nombraba a un comité de expertos para gestionar la crisis. Al frente, como portavoz, se puso a un médico, un desconocido para la opinión pública pero técnicamente irreprochable por ser una referencia en emergencias sanitarias. Epidemiólogo, estaba al frente del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad y ya le había tocado lidiar años antes con la alerta de la gripe A. Aunque hasta que no surgió la crisis del ébola nunca había tenido protagonismo mediático.
«Fernando Simón fue el gran descubrimiento de la crisis de ébola», cuenta a ABC un antiguo cargo del Ministerio que apostó por él como portavoz. «Es muy riguroso, templado, disciplinado, no se deja llevar por la presión y comunica muy bien. Tampoco le importa el color político del Gobierno, él trabaja bien con quien esté, siempre que se escuchen argumentos científicos. Su equipo del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias le quiere un montón. Yo también me sentí muy cómodo trabajando con él, probablemente con el que mejor lo he hecho», confiesa.
A Moncloa lo único que le incomodaba de Fernando Simón era ese aire a lo «Médico sin Fronteras» que aún conserva. Incluso entonces se llegó a debatir si se le debía pedir que se pusiera una americana durante las comparecencias públicas. Aunque finalmente se optó por considerar su imagen como un plus para el gobierno de Mariano Rajoy.
Ese aire de médico sencillo y comprometido de ONG no es impostado. Experto en Salud Pública y Epidemiología se diplomó en la London School of Hygiene and Tropical Medicine, un referente en enfermedades tropicales. Se formó para trabajar en África . Allí fue director del Centro de Investigación en Enfermedades Tropicales de Manhiça (Mozambique), un país castigado por la malaria. También trabajó en el Hospital de Ntita en Burundi donde se ocupó de programas del Centro Nacional de Epidemiología y coordinó la unidad de alerta y respuesta sanitaria entre 2003 y 2011.
Un año después fue nombrado director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, un organismo de nueva creación que se diseñó con la explosión de la gripe A , una nueva epidemia. Llegó con el equipo socialista de Trinidad Jiménez y, pese a los cambios políticos y de equipos, nadie ha puesto en duda su cargo.
Este departamento gestiona una media de 50 alertas nacionales e internacionales cada año asociadas a agentes infecciosos o intoxicaciones alimentarias que pueden convertirse en una amenaza. Además de la gripe A o el ébola, en estos ocho años se han gestionado casos especiales de malaria, chikungunya, enfermedades hemorrágicas transmitidas por garrapatas, el reciente brote de listeria o, recientemente, el coronavirus chino. El centro funciona como el nexo de unión entre España, la Organizacion Mundial de la Salud y el Centro Europeo para el Control de Enfermedades, el ECDC, donde este epidemiólogo español también se ha formado.
Fernando Simón fue la cara visible del ébola y ahora lo es del extraño coronavirus chino. El ministro de Sanidad, Salvador Illa, no ha dudado en apostar por un valor seguro como él para no resbalar como sus predecesores. El Ministerio de Sanidad puede ser un regalo envenenado: un Ministerio que puede parecer sencillo por la escasez de competencias, pero con una gran visibilidad porque todas las crisis que se manejan tienen un gran impacto social. Y a todos les toca una. A Celia Villalobos le tocó la de las vacas locas, a Trinidad Jiménez la gripe A y el ébola fue la última gota para Ana Mato. Illa ya tiene su coronavirus.
Simón ha vuelto con más canas y con la lección aprendida: «Con el ébola no fuimos capaces de percibir la angustia de la sociedad» , como recordaba un año después de la crisis.
El epidemiólogo ya no es un desconocido para la opinión pública. Cada vez que este funcionario público se hace visible es la señal de que se cierne una amenaza para la salud. Cuando abandone la escena pública, con la misma discreción que llegó, sabremos que el riesgo habrá pasado.
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