Feminismos en la Iglesia
Si se aceptan los presupuestos del «fascismo del feminismo contemporáneo», mal vamos
A propósito del día de la mujer, y de la huelga feminista, han proliferado, en los ámbitos de la Iglesia, una serie de declaraciones del siguiente tenor : «Tenemos que comprometernos con el feminismo», «la Iglesia debe dejar de ser patriarcal y machista», «las mujeres tenemos que empoderarnos». Para más inri, hay quien aprovecha este feminismo para amparar la reivindicación del sacerdocio femenino.
Este es el tema de la primera guerra cultural global. Quienes reivindican el feminismo en la Iglesia debieran aclarar de qué feminismo hablan. Si de lo que se trata es de una mirada femenina, la de la Iglesia –voz femenina-, que es la de María. Si de trabajar para que nadie sea discriminado por razón de sexo, lo que creo que es el núcleo del feminismo, nada que objetar . Pero si se aceptan los presupuestos de «el fascismo del feminismo contemporáneo», mal vamos. Por cierto, esta denominación es de una de las precursoras del feminismo radical, independiente, Camille Paglia, quien sostiene en su libro «Feminismo, pasado y presente», que «estamos en un momento en el que hay una especie de callejón sin salida en el pensamiento contemporáneo». Por tanto, ¿qué ganamos metiéndonos en ese callejón sin salida? Esta autora reivindica dos elementos relevantes que el feminismo ha excluido, sobre los que el pensamiento cristiano tiene mucho que decir: la estética y las relaciones entre biología –diferencia sexual- y psicología.
Sería lamentable que en la Iglesia se instalara el feminismo de Internet en el que todos los hombres son culpables y todas las mujeres inocentes y nos olvidáramos de la propuesta integral sobre la naturaleza humana, sobre la dimensión biológica, que por cierto no es el último refugio del patriarcado. Varón y mujer tienen la misma dignidad y se complementan. El feminismo le plantea a la conciencia cristiana la exigencia de reflexionar y explicar la imagen cristiana de Dios y del ser humano. Ojo con el feminismo intraeclesial de la igualdad que está escorado hacia la teoría funcionalista de los roles. Quizá por eso, el Papa Francisco dijo aquello de que «todo feminismo termina siendo un machismo con faldas».