Expulsan de un pueblo alemán a los Reyes Magos del Belén por «representación racista»
Los lugareños expresaron sus quejas al ayuntamiento de la ciudad
La Iglesia Mayor de Ulm , una joya del gótico alemán de 161 metros de altura, que comenzó a levantarse en el siglo XIV y que acoge hoy a la principal comunidad evangélica de la ciudad, ha anunciado que los Tres Reyes Magos no estarán presentes en el Belén esta próxima Navidad. El motivo son las quejas de «racismo» que algunos lugareños han expresado al ayuntamiento acerca de la figura del Rey Negro. «El problema no es que sea negro», explica el responsable de la iglesia, Ernst-Wilhelm Gohl , «el problema es que aparece representado como un cliché: sus labios son gruesos, el vientre gordo, su cara tiene una mueca y lleva un anillo en el dedo gordo de uno de sus pies descalzos. Esta representación es racista», zanja con resolución. Y para cortar de raíz el debate que amenazaba con hacerse con el protagonismo de las fiestas, ha tomado una decisión todavía más radical: esta Navidad será leída un versión abreviada del Evangelio, de manera que los Tres Reyes Magos no sean siquiera mencionados.
Los lectores españoles estarán pensando en Baltasar, dado que la iconografía europea, que desde el final de la Edad media, asocia la figura de Melchor a las etnias europeas, Gaspar a las asiáticas y Baltasar a las africanas. El rey negro de la discordia es en este caso, sin embargo, Melchor, que en la tradición de algunos países americanos, como Puerto Rico, es representado como el rey negro . En ella se inspiró el ebanista de Ulm Martin Scheible (1873-1954) para tallar esta figura, a la que añadió un toque eminentemente alemán al poner en su mano izquierda un pretzel, el típico panecillo salado que, en la imaginación del autor, habría recibido gustoso en Niño Jesús además del oro, el incienso y la mirra. Las tallas en madera de los Reyes Magos fueron donados por una familia en 1992 a esta iglesia y, desde entonces, han formado parte del Belén navideños sin que ello haya causado ningún problema. Este año, sin embargo, a raíz del movimiento estadounidense Black Lives Matter y su repercusión en Europa , surgió en esta ciudad e unos 120.000 habitantes un debate acerca de la representación artística.
Los miembros del consejo pastoral desempaquetaron en desacostumbrado mes la figurilla para examinarla cuidadosamente a la luz de la polémica y decidieron evitar el debate, a pesar de que el obispo regional de la iglesia evangélica, Frank Otfried July se ha pronunciado a favor de exponer las figuras como siempre y agregar un comentario explicativo. La investigadora de historia local Irene Reichert considera «absurdo todo lo que está pasando, es muy evidente que el artista no tenía pensamientos ni intenciones racistas a la hora de elaborar esta obra, que enraíza con gran comodidad en la tradición cultural y religiosa de la ciudad». Gohl admite que «por supuesto, en la tradición de la iglesia, un rey negro pertenece al pesebre. Eso nunca fue motivo de disputa», pero quiere considerar «con calma» si el tal Melchor podría «todavía mostrarse» o si «los cristianos negros podrían sentirse ridiculizados».
Quizá tras esta curiosa disputa haya algo de rivalidad ecuménica. No en vano, la catedral de Colonia, la mayor catedral católica de Alemania, conserva las reliquias de los Tres Reyes Magos, a los que Lutero negó los atributos de reyes y de magos para considerar «simplemente sabios», motivo por el que la iglesia evangélica alemana ha ido perdiendo su afecto por las tres figuras que tanta ilusión reparten entre los niños en otras latitudes. En Alemania los regalos llegan la noche de Navidad y de manos del «Niño Cristo».
El Evangelio de San Mateo, capítulo 2, habla sucintamente y en griego de tres «magos», en el sentido de astrólogos, y su número fue deducido por la tradición del número de obsequios que portaban. Las primeras representaciones que se conservan de ellos se remontan al siglo III, en las catacumbas romanas, en las que a veces figuran también dos y cuatro reyes magos, todos ellos de raza blanca. Los nombres de Melchor, Gaspar y Baltasar circulan desde el siglo VI, a partir de los mosaicos de San Apolinar el Nuevo de Rávena, y así los citaba el «Liber Pontificales».
Las tres figuras han variado a lo largo del tiempo en cuanto a su edad y aspecto, pero indudablemente ha sido la de Baltasar la que más transformaciones ha sufrido, pasando a ser de raza negra al final del gótico y de acuerdo a la corriente más cosmopolita y universal de la Europa de finales del XIV. Su indumentaria oriental se volvió más sencilla en el Románico y el gorro frigio se dignificó en corona. Después, los primitivos flamencos, como Van der Weyden o Memling , procedentes de ciudades de ricos tejidos, los vistieron con lujosas indumentarias. Tras el descubrimiento de América, hubo intentos de sumar una cuarta figura de etnia americana, como en el retablo de Vasco Fernandes para la catedral de Viseu, pero en las celebraciones del 5 y 6 de enero siguen siendo tres y el negro es Baltasar, el favorito, por cierto, de los españoles, según una encuesta realizada en 2013 por la Asociación Española de Fabricantes de Juguetes.
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