La eutanasia que viene
Los obispos plantan cara a un gobierno social-comunista, encantado con convertirse en la avanzadilla de la disolución antropológica
Si tenemos que creer a Pedro Sánchez, hace tiempo advirtió que lo primero que haría cuando fuera presidente del Gobierno sería sacar adelante una ley de eutanasia. La Conferencia Episcopal Española, en esta nueva legislatura, no ha tardado ni un minuto en publicar un documento sobre el cuidado de la etapa final de la vida. No hace falta desgañitarse para demostrar que los obispos no son unos provocadores, ni que ahora le plantan cara a un gobierno social-comunista, encantado con convertirse en la avanzadilla de la disolución antropológica.
El documento de los obispos, «Sembradores de esperanza. Acoger, proteger y acompañar en la etapa final de la vida» , presentado esta semana, es un ejemplo de texto bien argumentado con lenguaje asequible. El problema social de la eutanasia y del suicidio asistido, al margen de lo significan, es que han ido demasiado lejos. Christopher de Bellaigue, en «The Guardian», publicó un artículo titulado «Muerte bajo demanda, ¿la eutanasia ha ido demasiado lejos?». Demostraba cómo en Holanda la legislación no frena la espiral contra la vida. La propuesta en ese país de una «píldora de vida acabada», que otorgaría a cualquier persona mayor de 70 años el derecho a un veneno letal, es ya una posibilidad demasiado real.
El citado reportaje demuestra cómo en Holanda los pacientes se sientes desprotegidos, los ancianos no quieren ir a los hospitales, y los minusválidos se sienten amenazados. El doctor Manuel Martínez-Sellés recuerda que la causa más frecuente de la solicitud de eutanasia no es el dolor físico, frente al que, por otro lado, disponemos de medidas terapéuticas eficaces. La dificultad está «en la vivencia de sufrimiento intenso, personal, además del generado en la familia; incluso la sensación de carga familiar y social que conlleva no encontrar sentido a la propia existencia».
Por cierto, la claridad y calidad argumentativa de los obispos sobre esta materia se debe, en gran media, al trabajo del obispo de Bilbao, otrora médico de profesión, monseñor Mario Iceta Gavicagogeascoa. Habrá que apuntar este nombre para un futuro y no perder de vista que no abundan perfiles episcopales como éste.