«Estoy como un niño la noche de Reyes; se agradece poder ver el sol»

Hoy entraba en vigor el permiso para los paseos con un conviviente y para el deporte individual. Los madrileños asaltaron las calles desde primera hora sobre todo para correr y coger la bici más que para pasear

Algunos corredores y ciclistas no respetaron la distancia de seguridad establecida por las autoridades. Las personas mayores lamentaron el poco tiempo permitido para salir a pasear

Un grupo de ciclistas en Madrid/ Vídeo: Madrileños hacen deporte y pasean gracias al alivio en el confinamiento De San Bernardo/ EP

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No se ha tratado de un sábado cualquiera. La gente asaltó las calles. Hoy empezaba el permiso entre las 6 y las 10 de la mañana (y de las 20 a las 23) de los paseos con el conviviente o las salidas en bici o el running para las personas de entre 14 y 70 años, y Madrid ha decidido madrugar.

Y ya no solo usaron las aceras, como si de una manifestación calculada se tratase; también ocuparon las calzadas, como las de la Gran Vía o el Paseo del Prado por la poca afluencia de coches . «Desde las 6 de la mañana se ve gente; es increíble, ¿cuándo has visto tanta gente a estas horas?, y ya las bicis ni te cuento», relataba un taxista que inició su jornada a las 6 de la mañana. «Van a empezar los ingresos por infarto», bromeaba.

«He salido a las 8, estoy feliz, con este poquito de correr y de luz se lleva mucho mejor el encierro», contaba José Romero, que optó por el running y las flexiones en el Templo de Debod , cuya parte superior estaba precintada para impedir su acceso. La Policía, sin embargo, tuvo que intervenir al ser traspasados esos límites.

«Estoy como un niño en la noche de Reyes , me he puesto el despertador para correr, no lo había hecho en mi vida», contaba Jaime. «Estaba deseando salir, tanto hacer deporte en casa», agregaba Paula, que se había encontrado con varios amigos por casualidad.

Una joven hace deporte, esta mañana, en el Templo de Debod Eduardo De San Bernardo

«Estábamos entumecidos»

Más tarde, a la hora indicada para personas mayores de 70 años o dependientes concuidador (de 10 a 12 y de 19 a 20 horas), María José, de 70, y Julián, de 79, salieron a dar un paseo. «Es el primero desde primeros de marzo, hemos estado en la cárcel », se quejaba Julián que ha calificado de «miserable» que solo los dejen salir tan pocas horas y, sobre todo, para hacer no más de un kilómetro. «Con esa distancia no empiezas ni a andar», se quejaba Julián.

María José, algo más optimista, decía que estaba «encantada», aunque ambos reconocieron la ansiedad que sintieron por el encierro. «Estábamos entumecidos, pero no quedaba más remedio ».

Paseos de personas mayores enla calle Velázquez Eduardo De San Bernardo

También hubo quien, a primera hora, optó por el paseo en lugar del deporte. Es el caso de Sergio y María. «Somos de los pocos, parece que todo el mundo hace deporte ahora», contaban ya de vuelta a casa para cumplir con el kilómetro de límite para los paseos . «Tenemos la tabla con las reglas, no hemos tenido lío para entenderlas», contaba Sergio. «Se agradece poder ver el sol», decía sonriente María.

No igual de animado se veía Leoncio Escapa, de 88 años, que salió por primera vez de casa tras 49 días y que sentía los efectos de haberse quedado inmovilizado tanto tiempo. « Las piernas fallan, me siento flotando en el aire », decía mientras untentaba aligerar el paso ayudado por un bastón. Iba con Teresa García , su mujer, también de 88 años. «Lo llevo bien, pero Madrid está vacío», lamentaba. Iban acompañados de Luz, su cuidadora de Ecuador que los ha atendido durante todo el confinamiento. Unos pasos más adelante iba su nieta, con un perro.

A primera hora de la mañana, en la Gran Vía se veían corredores por doquier y ciclistas y más ciclistas en fila india. Algunos se hacían selfies, como si salir a la calle fuera un milagro. Algo incomprensible si no fuera por la pandemia que acecha a España que se ha cobrado casi 25.000 muertos y suma más de 215.000 casos.

El contrapunto a tanta felicidad lo ponía un quiosquero en la Gran Vía: « Demasiada gente, esto es una vergüenza de país », se quejaba. También lo hacía una pareja, que denunciaba que muchos «runners» no respetaban la distancia de seguridad. «Nos pasan por al lado, no nos dejan espacio para andar, esto se tiene que saber», se quejaban.

Trabajo para la Policía

La Policía tuvo trabajo esta mañana. Pese al cumplimiento general de las franjas horarias, dos agentes vestidos de paisanos multaban a una pareja que andaba por la calle a las 11.22. «Pasó casi una hora y media desde que terminó su permiso, no es lo mismo que si hubiera n pasando diez», se quejana el policía que reconocía la dificultad para el control: «Estamos todo el tiempo mirando el BOE».

A pesar de que los parques en Madrid permanecen cerrados, la Policía aseguró de que muchos se metieron dentro en Madrid Río, la Casa de campo, el Parque Tierno Galván, etcétera. «Hemos estado toda la mañana echando a la gente por megafonía y además muchísima gente, y ahora, a las 10, echando a los que están que no son mayores, y que no se enteran de que no pueden estar».

Niños juegan a la pelota en la plaza frente al museo Reina Sofía Eduardo De San Bernardo

Los niños, en la calle

A partir de las 12 le tocó el turno a los niños, que pueden salir desde la semana pasada, pero han visto reducido su horario para no coincidir con otros grupos de población (antes podían salir de 9 a 21 horas, y ahora solo de 12 a 19). « Hay menos margen, es lógico, todo el mundo tiene que salir ; al acabar el curro tienes menos tiempo para sacarlos, pero en el trabajo más o menos lo entienden. Al final, poco a poco, nos acabaremos juntando todos», contaba Fernand o , con su pequeño Daniel, de dos años, de la mano, que miraba sorprendido los helicópteros de la Policía.

Pablo cuidaba de sus dos hijos; el cambio de horario no lo ha afectado, cuenta. «Lo sacábamos a la misma hora así que no nos hemos visto afectados», decía mientras elogiaba el comportamiento de los niños, que entendían que tenían que estar separados.

En los alrededores del Reina Sofía, varios niños jugaban a la pelota, montaban en bicicleta o en sus patinetes y skates. Para dar ejemplo a los mayores, todos mantenían las distancias , mientras un padre interrumpía el juego de su hijo para colocarle gel alcohólico en las manos antes de dejarle alejarse otra vez para jugar.

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